CAMBIOS EN LA DIÓCESIS

El viaje a los Andes que guió la vocación misionera

El gallego Gilberto Gómez, obispo de Abancay, en la entrada de la Residencia de Sacerdotes.
photo_camera El gallego Gilberto Gómez, obispo de Abancay, en la entrada de la Residencia de Sacerdotes.
Gilberto Gómez lleva 36 años en la diócesis peruana de Abancay, donde llegó como misionero y ahora es obispo

“Nunca había pensado ir a misiones, era una decisión que había dejado en manos del obispo, pero llegó un momento en que me lo plateé interiormente y supe que debía desprenderme de las comodidades que tenemos aquí”, explica monseñor Gilberto Gómez (Albeos, Crecente-1952), que desde 1986 está en la provincia peruana de Abancay, donde es obispo desde hace algo más de dos décadas. Desde hace dos meses se encuentra en Vigo, en la Residencia Sacerdotal de la Diócesis, y ya prepara las maletas para regresar a un lugar donde cuando llegó “de los 35 misioneros que había, solo dos eran peruanos. Ahora, del medio centenar de sacerdotes de la diócesis, solo uno es español”.

En la actualidad, y paradójicamente, son religiosos de países americanos y africanos los que han tomado el relevo en la labor misionera de la Iglesia católica. Un ejemplo son las tres Hijas de la Divina Providencia que se encuentran en Redondela, que proceden de la diócesis de Abancay. Monseñor Gilberto explica que “hay conventos en España que ya solo tienen monjas peruanas, como es el caso de las Carmelitas Descalzas, de las que hay más de sesenta repartidas por diferentes conventos y muchas de las cuales proceden de mi diócesis”.

La raíz de esta proliferación de vocaciones misioneras  es posible que se encuentre en la definición que da de la Iglesia peruana como “rejuvenecida y nativa. Los peruanos son un pueblo con mucha fe con un sentido muy religioso de la vida. Allí te sientes útil y ves que la mayoría de los fieles son jóvenes, casi adolescentes”.  

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