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El turismo de masas fija su último objetivo en Oporto

Oporto es la ciudad turística de moda en Europa, especialmente la ribera del Doiro.
photo_camera Oporto es la ciudad turística de moda en Europa, especialmente la ribera del Doiro.

El diario alemán Der Spiegel analiza la ciudad lusa y alerta de los riesgos del "low cost"

En Oporto no cabe un turista más. Así lo cree el diario alemán Spiegel, que  publicó recientemente un artículo titulado "Por qué los turistas están destruyendo los lugares que amamos" en el que la ciudad vecina de Oporto es el ejemplo de como las aerolíneas de bajo coste o los hoteles "low cost" están modificando los hábitos en las ciudades.

Para el diario alemán el ejemplo más claro de este cambio es la Livraría Lello, que siempre tuvo fama por sus escalinatas de madera pero que se volvió más popular después de que la escritora británica J. K. Rowling se inspirara en ella para la saga de Harry Potter. "Durante el verano visitan la librería 5.000 personas y hay 7.000 imágenes publicadas en TripAdvisor", destaca el diario alemán, que se plantea una pregunta "¿deben los residente de Oporto hacer cola y pagar cinco euros para entrar?"

En 2017 visitaron Portugal 2,5 millones de personas, de las cuales se calcula que la mitad pasaron por la citada librería. Esta pertenecía a dos hermanos hasta que uno vendió su participación a una empresa, que vio más negocio en vender entradas para ver librería que en el comercio de libros. Esto le supuso reportar unos beneficios de 7 millones de euros en 2017.

El diario alemán califica de "depredador" el nuevo estilo de turismo y recuerdo que hasta hace poco viajar a Venecia o Roma era algo con lo que se soñaba mientras que ahora las compañías aéreas de bajo coste compiten por ofrecer la mejor oferta.

"Los beneficios son pocos, para los propietarios de hoteles, especialmente para los trabajadores habitualmente mal pagados del sector turístico", señala el Spiegel. Pero el turismo de masas también afecta a la población: "el resto están saturados con el ruido y el desorden, los altos alquileres y la sensación de ser un extraño en su propio país, como ser un extra en Disney World para los turistas".
"Hubo momentos en que los hoteles que bordean las playas de Benidorm, en Arenal en Mallorca y en el mar Adriático en Italia, eran símbolos de la fealdad del turismo de masas moderno", señala el Spiegel. "En retrospectiva, sin embargo, esa era parece casi silenciosa, Benidorm y Arenal son ciudades que se crearon para que los europeos tuvieran un lugar en la playa en verano, son complejos artificiales y no muy agradables, pero sirven para un propósito: como fábricas para el turismo de masas que podrían eliminarse tan fácilmente si surgiera la necesidad".

Hoy, estas reservas turísticas ya no satisfacen la demanda. "Las multitudes de personas que buscan el sol han crecido tanto en las playas del sur de Europa, que algunas pequeñas bahías en Mallorca deberían estar cerradas debido a la sobrepoblación, e incluso a lo largo de los mares del Norte y del Báltico en Alemania, los hoteles y las pensiones están completamente reservados en lugares como Sylt y Rügen".

El Spiegel explica que "han sido los turistas en lugar de los residentes locales los que han dado forma a la imagen de algunas de las ciudades más bellas y únicas de Europa; se están transformando en museos y parques temáticos y están desarrollando zonas especiales para turistas donde los nativos pueden trabajar, pero donde ciertamente no viven". 

"Los turistas se sientan en restaurantes tradicionales desprovistos de nativos mientras miran a otros turistas; ya no son lugares donde la gente se reúne, sino que las divisiones parecen profundizarse", reflexiona el reportaje. A veces, "realmente se siente como una invasión turística: vienen, se quedan brevemente y luego se van de nuevo, pero actúan como si fueran dueños de las ciudades que visitan.

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