La Dirección General de Tráfico puso en marcha una nueva campaña de control de velocidad que tendrá especial importancia en las carreteras de Vigo y provincia, donde la siniestralidad vial ha dejado en lo que va de año diez víctimas mortales, un 30% más que en el mismo periodo de 2023.
Los datos que maneja la Subdelegación del Gobierno ponen de manifiesto, por un lado, que detrás del 30% de los siniestros mortales en carretera está la velocidad y por otro que el 74% se concentraron de enero a marzo en carreteras convencionales.
Bajo esos dos parámetros, la jefatura provincial de Tráfico de Pontevedra desplegará hasta el próximo domingo todos los medios a su alcance para controlar y concienciar a los conductores de la necesidad de respetar los límites establecidos.
El objetivo serán los tramos más peligrosos de las vías interurbanas, que en el área de Vigo se encuentran en la N-550 (considerada una de las más peligrosas de la provincia), que une Redondela, Mos y Porriño, y donde ayer comenzaron los controles, además de la N-551 en Tui y otras en carreteras autonómicas como la PO-552 (Vigo-A Guarda), la PO-325 (con dos fallecidosa el año pasado) entre Vigo y A Ramallosa, la PO-510 (Salvaterra) o la PO-250 (Pazos de Borbén), estas dos últimas sumaron dos siniestros mortales en este mes de abril.
La batería de radares de Tráfico no son suficientes y eso que la provincia es una de las zonas donde más se vigila el exceso de velocidad. Las vías del área de Vigo concentran más de la mitad de los 51 cinemómetros 26 de los 51 aparatos con los que la DGT controla la provincia los que se enclavan en el entorno vigués y 12 son móviles.
La DGT anunció ayer que a lo largo de este año se instalarán en las carreteras del país 88 nuevos radares, el 60% de tramo (en Vigo solo hay uno) y la mayoría en carreteras convencionales. Aunque el lugar de colocación de los mismos se dará a conocer a lo largo del año, confirmaron desde la Subdelegación, las cifras avalarían más control en el área.
Colas interminables por las obras de la A-52
Los habituales problemas de tráfico en la A-52 de Ourense a Vigo por el regreso del fin de semana se han agravado con las obras de la autovía a la altura de Ponteares. El corte de un sentido a la altura del kilómetro 298, desdoblando el carril hacia la ciudad en un tramo de doble dirección se dejó notar especialmente con el incremento de circulación durante la tarde-noche del domingo. Cientos de vehículos se vieron atrapados kilómetros antes del enlace con la A-55, donde se forma el embudo.
La urgente necesidad de acometer obras en la principal conexión con el sur de Galicia y la Meseta se ha transformado en una lenta espera por los trabajos que el Ministerio debe realizar en un amplio tramo hasta A Cañiza, afectado no solo por el mal estado del firme, sino por la deficiente canalización que inunda la vía y que es causa de constantes y graves siniestros de circulación.
Los trabajos, no obstante, evitarán un mayor control de la velocidad, ya que los límites se han reducido desde que se iniciaron las obras y también se han restringido los carriles.
