GILBERTO GÓMEZ Obispo de la diócesis de Abancay (Perú)

"Todas las situaciones tienen algo positivo, y en la pandemia ha sido la solidaridad"

El obispo de Abancay en la Residencia de Sacerdotes de Vigo.
photo_camera El obispo de Abancay en la Residencia de Sacerdotes de Vigo.

Gilberto Gómez (Albeos, Crecente-1952) es desde 2009 obispo de la diócesis peruana de Abancay, donde vivió parte de la pandemia y estuvo en primera línea luchando contra los efectos de una enfermedad que dejó más de 200.000 muertos en el país. El trabajo llevado a cabo por Cáritas en su diócesis, al igual que en otros puntos del país andino, es el tema que centrará mañana a las 18 horas la charla que impartirá en el Seminario Mayor de “San José”, en Vigo, donde se encuentra desde hace dos meses. Para monseñor Gilberto el covid “tuvo un auge de la solidaridad entre los feligreses de la diócesis que se volcaron a apoyar las diferentes actuaciones que se llevaron a cabo tanto en el ámbito sanitario como en el reparto de comida”. 

 ¿Cómo ha sido el reencuentro con Vigo y sus amigos en este viaje? 

Suelo venir cada tres o cinco años, aunque en esta ocasión fueron solo dos años desde la última vez que estuve. Siempre que vengo soy muy bien acogido por todos y reconozco que lo paso muy bien hablando con los sacerdotes más veteranos que están en la Residencia en la que me alojo. 

 Usted hablará mañana en el Seminario “San José” sobre la experiencia de la pandemia en su diócesis de Abancay, en Perú ¿cómo afectó el covid allí?

En Perú fue muy grave, ya que hubo 212.000 fallecidos, cien mil más que en España cuando la población apenas supera los 33 millones. Los hospitales, la sanidad en general, no estaba preparada para hacer frente a la pandemia y no había respiradores y todo estaba muy desabastecido de lo más necesario.

 ¿Cuál fue la respuesta que se dio a esta situación desde Cáritas?

La prioridad fue conseguir plantas de oxígeno que después eran instaladas en los hospitales y permitían que los enfermos pudieran usar respiradores de oxígeno. También hubo un gran esfuerzo en la compra de material sanitario e incluso tuvimos una pequeña clínica diocesana para el aislamiento de aquellas personas que debían cumplir la cuarentena. 

 Además de las necesidades sanitarias ¿hubo algún otro aspecto en el que fue necesario colaborar durante la pandemia? 

Sí, hubo que reactivar las ayudas en alimentación y abrir los comedores sociales a toda la población, ya que estaban destinados a los estudiantes de las zonas rurales que estudiaban en las ciudades. También se recogía comida y se repartían bolsas entre las personas más necesitadas. Todo un trabajo que Cáritas pudo llevar adelante gracias a la colaboración de los fieles que trabajaban como voluntarios. La gente se volcó. De toda situación sale un lado bueno y en este caso hubo mucha solidaridad. 

 ¿Qué cambio el covid en la forma de trabajar de Cáritas?

Se centró todo más en los temas sanitarios y se recuperaron programas, como el reparto de alimentos, que no estaban activos, ya que estaban volcados con otros agrícolas o dotar a las poblaciones de agua para el consumo humano.

Te puede interesar