VIGO

Sobrevivir al encierro de la memoria

Ángela. con la auxiliar de Afaga que realiza diferentes actividades  y ejercicios de estimulación, como jugar a las cartas.
photo_camera Ángela. con la auxiliar de Afaga que realiza diferentes actividades y ejercicios de estimulación, como jugar a las cartas.
Enfermos de Alzheimer, especialmente vulnerables ante el Covid-19, reciben ayuda a domicilio para resistir un confinamiento que ha roto sus rutinas y amenaza con acelerar su deterioro cognitivo y funcional

 Ángeles tiene 87 años y desde hace un mes no sale de casa. Su enfermedad le impide ser consciente de lo que está pasando en el mundo, de la amenaza del Covid-19 y del porqué ya no acude al centro de día. Junto a ella, su hijo Valentín trata de adaptarse a esta nueva situación y de  aprender a lidiar las 24 horas  con  el Alzheimer. Antes del estado de alarma, este vigués trabajaba por las tardes, ahora, al ser personal de riesgo  por una afección, y tener a una persona mayor a su cargo, se dedica a cuidar de su madre. "Es muy duro, porque esta enfermedad es como una montaña rusa", relata. Valentín no está solo. Tres días a la semana, una técnica de cuidados auxiliares de enfermería de Afaga (Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias)  acude al domicilio. "Trabaja con mi madre, la estimula para que esté activa,  y nos hace compañía", explica Valentín que añade que "también es una forma de poder hablar con alguien". Este servicio es uno de los que tiene en marcha la asociación, entre otros muchos para las personas que atiende en sus centros y programas. "Cuando tienes problemas siempre están ahí y menos mal porque si no te volverías loco. Su atención y su apoyo es vital", afirma el hijo de Ángeles.
Adela, de 79 años también es usuaria del centro de día de Beiramar. El confinamiento le ha obligado a quedarse en casa junto a su marido. Al igual que Ángela, recibe los cuidados a domicilio de una técnica de cuidados  auxiliares de enfermería de la asociación. "Acude por las mañanas y se encarga de asear a mi madre  entre otras actividades", explica Javier Araújo, hijo de Adela. Para él "este servicio nos da la vida y además nos proporciona mucha tranquilidad, porque mi padre también es una persona mayor, la cuida a su manera".
Ahora, la vida de Adela se ha complicado, porque "durante el día no hace muchas cosas pero es una persona fácil de llevar y la asociación nos llama para saber cuáles son nuestras necesidades, antes iba al centro y tenía unas rutinas, llegaba a casa cansada porque de alguna manera estaba activa". Convivir con enfermos de Alzheimer  no es sencillo, "hay días que es realmente complicado", admite Valentín.
La crisis sanitaria  ha golpeado de lleno a los enfermos  obligándoles a un aislamiento necesario, afectando directamente a sus cuidadores que coinciden en señalar que "la paciencia" es  la mejor de las medicinas en estos casos. La propia asociación cuenta con un servicio de atención psicológica a las familias para  ayudar a gestionar la atención de estas personas en el domicilio y su propio día a día  en esta situación excepcional.

"Esta crisis nos hará reflexionar sobre el modelo de prestación"

Después del "shock" inicial que supuso el estado de alarma por la crisis sanitaria, la asociación Afaga se puso en marcha para reorganizar sus servicios. El presidente, Juan Carlos Rodríguez, explica que "ampliamos el grupo de voluntariado para ayudar a personas mayores en tareas como ir a la compra, también pusimos en marcha un programa de seguimiento para prevención de la demencia que se extiende a  unas 400 personas de toda la provincia y otros dos para los afectados por una parte la atención psicológica a las familias y de domicilio". La adaptación de servicios no acaba ahí, Rodríguez también cita la puesta en marcha de terapia grupal por videoconferencia y el seguimiento de los usuarios de los centros de día de Afaga, también en Tui, Porriño y Mos, y de los que acuden a talleres en   Ponteareas,  Salceda, Redondela y Chapela,  generando material de trabajo a nivel terapéutico, al  tiempo que se envían a los auxiliares a los domicilios.
    Juan Carlos Rodríguez  incide en  la situación entre los enfermos ha generado más tristeza y sensación de soledad."La mayoría de  las personas vive con un familiar que es su cuidador y se siente sobrecargado, también con miedo e incertidumbre".
     El confinamiento, afirma, afecta muchísimo a los pacientes que "no comprenden la ruptura de la rutina y no están activos, lo que supone que el deterioro cognitivo y funcional es enorme". El riesgo para estas personas es muy elevado "son especialmente vulnerables" por eso, Rodríguez  hace un llamamiento a las familias con enfermos "pueden acudir a nosotros aunque no sean asociados".
    Desde su punto de vista, lo que está ocurriendo "nos hará reflexionar sobre el modelo actual de prestación y el modelo residencial y de cómo tendría que cambiar hacia un sistema de trabajo dirigido a la persona, con grupos  pequeños".n 

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