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San Amaro reivindica su romería

San Amaro fue llevado en procesión de vuelta a su capilla, tras presidir la misa solemne en la iglesia parroquial.
photo_camera San Amaro fue llevado en procesión de vuelta a su capilla, tras presidir la misa solemne en la iglesia parroquial.

La celebración en honor al santo con más arraigo en Matamá quiere recuperar su aspecto más festivo, al margen de su carácter religioso y volver a reunir a las peñas para comer cocido en los furanchos

 Mediados de enero y la fiesta regresa a Matamá, acogiendo la primera romería del calendario local, San Amaro (San Mauro). Con la vista puesta en As Candelas de Castrelos, pero sobre todo en San Blas de Bembrive, la comisión de fiestas reivindica el carácter más mundano de la celebración con la reunión de peñas alrededor de un buen cocido. “Mi abuelo recordaba una romería importante y eso es lo que intentamos recuperar desde hace unos años”, afirma Cristian González, integrante de la organización. Considera que la afluencia a San Amaro ha sido buena esta edición: “No fue tanta como el año pasado que coincidió en domingo, pero está cuajando”, apuntó.
Como día grande, ayer la imagen de San Amaro fue conducida a la iglesia parroquial para presidir la misa solemne. A continuación, y acompañada por la charanga Os Jalácticos, regresó a la capilla. Eugenia García, de Valadares, portaba por uno de los lados: “Estoy ofrecida porque tengo una prótesis en la rodilla y ahora, también una mano dañada”. La acompañaba una amiga, Margarita, quien comparte devoción. Por detrás, sostienen la peana del santo, Cirstian González, de la organización y Ángel Rivas, en representación del Concello.
Los romeros cumplieron con la tradición para pedir la cura del reuma, del dolor de huesos o de dolencias en las articulaciones. Así, dieron un número impar de vueltas a la capilla, llevando los exvotos del miembro enfermo. Deben rezar tres Ave Marías, tres Padre Nuestros y tres Glorias, mientras rodean el templo. “Los que se curan ofrecen al santo las prótesis y las muletas que cuelgan en el interior de la capilla”, dice Joaquín García, uno de los feligreses al cuidado de la capilla. Destaca la peculiaridad de los exvotos de madera que se dejan a los fieles para lleva a cabo el ritual: “Algunos prefieren traer las figuras de cera, que después ofrecen al santo”, apunta.
Finalizado las obligaciones religiosas, llega la hora de los placeres más mundanos. Bares y furanchos acogen a peñas de amigos dispuestas a dar cuenta de buen cocido.
Tras el día grande, San Amaro continuará los próximos domingos, como es costumbre, hasta el miércoles de ceniza.

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