Aitana Sanz y Carla González son de las pocas mujeres que se adentraron dentro del mundo de las batallas dialécticas en Vigo
El mundo de las batallas de gallos es tan innovador como desconocido. Nada tiene que ver con peleas de animales, aunque siempre hay lucha. Dialéctica, eso sí. Entre los más jóvenes se ha puesto de moda y ya son varios los que acuden al parque a rapear sobre una base melódica y medir su argumento con el del rival. Un debate rítmico donde no hay normas. Aunque tampoco mujeres. En Vigo, todavía no hay ninguna mujer en un mundo donde el género masculino lo copa todo y la falta de referentes femeninas hace que el coto esté reducido a los hombres.
Pero, poco a poco, van adentrándose mujeres en su organización, también vital. Tanto Gallos del Norte como K Battles, dos organizaciones que movilizan los eventos más importantes en Vigo, cuentan ya con mujeres en su organigrama, que ayudan en cada competición que se realiza no solo en la ciudad, sino también por toda la comunidad. Aitana Sanz, residente en Moaña, echa una mano en las inscripciones, organiza el cuadro competitivo con los cruces que se darán y labores de tesorería. “Procuro echar una mano en lo que sea. Hace dos años, en O Marisquiño, fui la que se encargó de llevar agua a los raperos porque hacía muchísimo calor”, apuntó.
Comenzó a interesarse por el mundo de las batallas a raíz de una expareja suya, algo que es bastante frecuente: “Creo que la mayoría de las que acuden a las competiciones es porque son novias o amigas de los que van a participar”. Ante ello, ve una necesidad de incluir a más mujeres porque “es un ambiente muy respetuoso, aunque desde fuera parezca lo contrario”.
Amante de la música reivindicativa y los temas sociales, algo que también se puede conseguir improvisando, “me empezó a gustar bastante y ya fui a las que podía fuera de Vigo, como Pontevedra o Santiago”. Lo bueno de todo, es que detrás de un lenguaje malsonante o ciertos piques, “los competidores quieren que haya más chicas que rapeen con ellos. Cada vez que entra una, la animan y la incitan a que saque su mejor versión”. Sabiendo eso, la vergüenza, para algunas, pesa más: “Prefiero disfrutarlo desde el público. Le tengo respeto porque ya hay chicos muy jóvenes que te dan mil vueltas a la hora de improvisar”.
Carla González, además de labores organizativas en eventos, también lleva la parte audiovisual y redes sociales: “Desde siempre me gustó el baile y la cultura urbana. Un día, un amigo me dijo que le acompañase que iba a rapear en Castrelos, en un evento de O Marisquiño en 2019. Ahí me encantó”. Sin embargo, no entiende porque no acuden más mujeres y se involucran más en las rimas improvisadas “si se hacen muy buenos amigos”, aunque reconoce que en Vigo hace falta “una rapera referente y más visibilidad, que se elimine esa vergüenza que sienten muchas para poder competir”.
Un claro ejemplo que recalca Carla es el de Adriana, una rapera de Asturias que consiguió llegar a las fases finales de Red Bull España, una de las competiciones más prestigiosas a nivel nacional. “No creo que sea por falta de interés, incluso creo que últimamente está yendo a más, pero hay que perder un poco ese límite que se ponen las mujeres”. Incluso ella no descarta competir aunque “lo veo difícil porque admiro lo que hacen y pienso que nunca llegaré a eso. Pero no lo voy a descartar por completo porque no existe la barrera de género, como muchos creen. Recibes mucho respeto".
Un mundo donde recientemente raperas como la alicantina Nikki o la canaria Sara Socas (llegó a competir en 2022 en la élite de la liga de freestyle español y cosechó varios títulos internacionales) buscan otras mujeres que se apunten a la rima improvisada. En Vigo, de momento, no existe esa figura pero con el empuje de Carla y Aitana, llegará más temprano que tarde.
