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El presunto homicida de la calle Zamora: un electricista solitario y maniático

El presunto homicida, en el momento de entrar en el vehículo policial.
photo_camera El presunto homicida, en el momento de entrar en el vehículo policial.
Pablo P., de 63 años, natural de Beade, separado y con dos hijos,  iba a prejubilarse después de una larga baja. Poco antes del crimen salió de un bar cercano y se despidió: “Me voy a dormir”

Electricista desde hace más de 30 años, Pablo P., de 63, detenido el domingo como presunto autor de la muerte a cuchilladas de su vecina, estaba a punto de prejubilarse. Llevaba tiempo de baja por una hipertensión que le impedía desempeñar su trabajo, para y por el que vivía, según sus conocidos. Su arresto sorprendió en el entorno. Le describen como un hombre solitario, algo maniático, y una auténtica “enciclopedia”  en bandas de música y trasatlánticos. “Le encantaban los cruceros y lo sabía todo, dimensiones, año de construcción… Siempre que podía se acercaba al puerto para verlos”, explicaban fuentes de su círculo próximo. 

Natural de Beade y padre de dos hijos, se trasladó a Tomiño cuando se casó  y allí permaneció hasta su separación hace años, cuando se alquiló un piso en el edificio número 70 de la calle Zamora.   Era una persona algo “especial, todo tenía que  ser como él decía" relatan pero “jamás como para  hacer algo así”. Al contrario de lo que describen los vecinos sobre su conflictividad con otros residentes por los ruidos o la música, este círculo próximo señala que era “tranquilo”. El punto de inflexión en su carácter, “parece que tenía problemas”, coincidió con la baja laboral.  Algunos achacan la falta de actividad después de “trabajar todo el día” a ese cambio, “le daba muchas vueltas a la cabeza” y pasaba hora en los bares y con su ordenador. Mientras algunos vecinos señalaban que “iba frecuentemente ebrio”, en los locales que solía frecuentar explicaban que “bebía pero no como para tener un problema con el alcohol”. El domingo por la tarde hizo la ronda en varios locales de la zona que solía frecuentar. Primero, tomó un café hasta las seis de la tarde, “estuvo charlando, normal” y después visitó un par más para poco antes de la nueve despedirse, “me voy a dormir”, dijo y se marchó. Nada hacía presagiar que poco después sería detenido.

Conmoción entre los compañeros y amigos de la mujer asesinada

María Jesús Cruz Fernández era una mujer discreta. Ourensana de nacimiento, vivía sola en el segundo piso de Zamora 70  y “no había ningún problema con ella”, aseguraba una amiga.  Empleada de una empresa de limpieza, “ahora solo trabajaba  días sueltos”, explicaba. Hacía dos años estuvo limpiando en un hipermercado de la avenida de Madrid, donde ayer reinaba el silencio.  El crimen causó gran conmoción entre quienes la conocían  y quienes compartieron trabajo con ella. Aunque tenía 56 años, no aparentaba la edad que tenía, “parecía mucho más joven”.  La fallecida, que tenía una hija y un nieto, será enterrada hoy en el municipio ourensano de Toén. Su cadáver fue trasladado al velatorio de Mugares y hoy a las cinco de la tarde tendrá lugar el funeral en la iglesia de Santa María de Mugares. El domingo por la noche, su cuerpo fue trasladado al Hospital Nicolás Peña, donde fue sometida a la autopsia.

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