Vigo

Povisa logra bajar a un 12% la incidencia del delirium en la UCI

Carmen Pazos (Enfermería), Maria Antonia Muñoz (Directora de Calidad) y Marcial Rey (UCI).
photo_camera Carmen Pazos (Enfermería), Maria Antonia Muñoz (Directora de Calidad) y Marcial Rey (UCI).

El hospital aplica un plan que incluye control del dolor, movilidad, sedación y las visitas

El Povisa ha logrado reducir al 12% el porcentaje de pacientes que durante su estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos desarrolla un delirium, un cuadro que complica extraordinariamente su paso por el hospital, aumenta la morbimortalidad, prolonga la estancia y puede provocar una sintomatología de estrés postraumático y afectar a su calidad de vida tras el alta.


El delirium se define como un síndrome mental orgánico caracterizado por la alteración de la consciencia, deterioro cognitivo global, desorientación, alteraciones de percepción, déficit de atención, disminución o aumento de la actividad psicomotriz, trastornos del sueño y cuadros de agresividad y/o depresión. A pesar de que supone un problema clínico de primer orden, hasta ahora en ningún hospital se había desarrollado un abordaje específico de este problema.


Los resultados de Povisa se han obtenido tras analizar un conjunto de 1.318 pacientes desde el mes de junio de 2017, cuando se inició un protocolo de reducción del delirio en UCI, y hasta el mes de febrero pasado. Supone un éxito sin precedentes, pues la literatura científica revela que en la actualidad el 80% aproximadamente de los pacientes de los hospitales españoles desarrolla delirium durante su estancia en la unidad de cuidados intensivos. Antes de la aplicación del protocolo, la incidencia del delirium en la UCI de Povisa se situaba en torno al 40% de los pacientes.


En el diseño y ejecución de este protocolo han participado la dirección de Calidad del hospital, los servicios de Anestesiología y Cuidados Intensivos, Enfermería de la UCI, el Servicio de Rehabilitación y el Departamento de Informática. Ha consistido en primer lugar en el diseño de un sistema de cribado para la detección precoz de pacientes con riesgo de delirium, entre ellos los mayores de 65 años, con deterioro cognitivo, demencia previa o consumo de alcohol, entre otros muchos factores. Se han puesto en marcha además acciones específicas de prevención del delirium y un complejo programa de monitorización del delirium que ha exigido formar al personal de la UCI y desarrollar un sistema de alertas por SMS al personal médico y de enfermería tan pronto se detecta un cuadro de delirium en un paciente.


Otro aspecto clave fue el control del dolor, fundamental para reducir la incidencia del delirium e imprescindible para mejorar el bienestar del paciente durante su estancia en la unidad. Se implementaron distintas herramientas para medir la incidencia del dolor y un sistema de sedación dinámica que varía los niveles de sedación en función de las necesidades del enfermo. Se trata de evitar cualquier riesgo de sobresedación, asociada a diversas alteraciones fisiológicas como hipotensión o bradicardia. De hecho, siempre que el estado del paciente lo permita, se baja el nivel de sedación durante las visitas familiares, para que puedan interactuar, ya que eso contribuye a su recuperación.
En el éxito del programa también influyó el cambio drástico en rutinas de la UCI como el de las visitas, con el objetivo de mejorar la orientación y la conexión con el entorno de los pacientes, claves para su recuperación. Ahora se permite la personalización de los horarios de visitas y su prolongación, si se hace necesario, y también la puesta a disposición de los pacientes de tablets para que puedan conectarse a Internet o ver la televisión. También se les permite hablar por teléfono para que tengan contacto con amigos y familiares y usar aparatos de radio o música con auriculares.


Por otro lado, si hasta ahora se asociaba la UCI a pacientes inmovilizados, lo que genera dolor, anquilosis articular y pérdida de masa muscular, ahora los fisioterapeutas visitan la UCI dos veces al día, todos los días del año, para realizar ejercicios de forma precoz, y se lleva a cabo un control de la contención mecánica de los pacientes, eliminándola si es posible.


No menos importante fue la modificación realizada en las rutinas de la unidad que pueden afectar a los ciclos de sueño de los pacientes, evitando que se vean afectados por revisiones de historia, analíticas, higiene u otras prácticas habituales.

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