NELSON VILLALOBOS Expone “Blanquísima su presencia” en el Museo do Mar

“La pintura es como la poesía, al finalizar una serie es como si acabase de escribir un libro”

Nelson Villalobos (nombre artístico Villalobo, sin s), ante una de las obras de la serie “Jardín de mamá” (2009), en el Museo do Mar hasta el 29 de julio.
photo_camera Nelson Villalobos (nombre artístico Villalobo, sin s), ante una de las obras de la serie “Jardín de mamá” (2009), en el Museo do Mar hasta el 29 de julio.

nnn Nelson Villalobos Ferrer (Cienfuegos, 1956) pertenece a la generación de artistas cubanos de los 80. Esta semana inauguró en el Museo do Mar, “Blanquísima su presencia”, paralizada por el confinamiento y que supone la primera antológica que se hace a este lado del óceano, comisariada por su hijo Pablo Villalobos. Su concepción artística plural se explica a través del grupo Ruptura, integrada por sus cuatro eterónimos: Nelson, Villa, Ferrer y Lobo, en el que cada uno representa uno de sus estilos. Todos ellos están presentes en esta muestra, tal y como explicó Villalobos para Atlántico.

Hay abstracción geométrica, influencia ética, surrealismo y academicismo en su autorretrato de 1981. La primera sensación al visitar su muestra es que hay distintas autorías. ¿Es una diversidad intencionada?
Es la primera vez que expongo en Vigo una antológica. Comparto con Pessoa la concepción del arte. Somos cuatro personas en el mismo grupo artístico de Nelson, Villa, Lobo y Ferrer. La pintura es como la poesía, al final de una serie es como si acabase de escribir un libro. Detrás de cada cuadro que se muestra aquí hay al menos 90 obras de esa serie. Esto es solo  la punta del iceberg de mi producción.
¿Cuál es el hilo conductor de esta selección?
En todas ellas predomina el mar. No me había dado cuenta hasta que las vi juntas. Nací en una isla y el mar me persigue. Está en el color azul, en los símbolos.
Destaca en la sala principal el contraste entre el blanco y negro de las obras de una pared y el cromatismo de la otra, dedicada el jardín de su madre.
Llevo mucho tiempo en la controversia entre el blanco y negro y el color. Todas las obras de esa sala están hechas en Vigo. En 2019, a los siete meses de regresar de Cuba falleció mi madre y a ella le dedico esa serie muy barroca, llena de color con alusiones mitológicas y detrás siempre el mar. Mi pintura se compone de fragmentos porque son la esencia del ser, con ellos se hace la totalidad. No soy un artista racional, me guío por la intuición.
Encabezando esta selección de obras de gran formato hay una pintura de 2006 dedicada a Oroza, “Évame, Eva, évame”. ¿Es un guiño al carácter poético de su arte?
Esta pintura se expuso una sola vez en Galicia y formó parte de una instalación en la galería Prego. Por primera vez la muestro plana, como también la había concebido. Tuve la suerte de ser amigo de Carlos Oroza y su poemario “Évame” lo publicamos mi hija Daisy y yo.
El recibimiento de la exposición es un gran mural donde realza los vínculos entre Cuba y Galicia. ¿Qué significó en su producción?
A los quince días de volver de Cuba comencé a preparar esta exposición. Me surgió la idea de esta pieza, pero no iba a entrar en la inauguración inicial porque solo estaba esbozada. Con el confinamiento me dio tiempo de acabarla. Abordo la emigración no solo física, sino también mental. Hay varias referencias que se encuentran en el Museo do Mar, una pieza arquitectónica fantástica, que metafísicamente tiene que ver con mi obra. Introduzco elementos de Cuba y de Galicia a modo de collage por primera vez sobre tela. Favorece a la idea del cambio de espacios y profundidad. Este mural hace un recorrido muy personal, donde incluyo un autorretrato de espaldas con el objetivo de incluir al espectador dentro de la obra, el efecto espejo como en las “Meninas”.
Esta obra de Velázquez también inspira otra pieza de la muestra.
Ese cuadro pertenece a una serie de interiores con 120 obras. Juego con el espacio y recolocó los objetos cotidianos. Es también un homenaje a Picasso.
¿Qué supuso para su producción el regreso a Cuba?
Llevaba 30 años sin exponer en Cuba y hace cuatro empecé a ir y venir. No estar parado me estimula, coincide con el carácter de ruptura de mi pintura. Volver supuso conquistar de nuevo mis raíces, pero también pude darme cuenta que Galicia ya forma parte de esas raíces. Lo que más me gustó fue la buena acogida que tuve entre los jóvenes.n

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