Afable, risueña y amable. Así recibe estos días María del Carmen Álvarez Braga a quienes se acercan hasta el Mercantil para conocer mejor su obra
Afable, risueña y amable. Así recibe estos días María del Carmen Álvarez Braga a quienes se acercan hasta el Mercantil para conocer mejor su obra, donde expone hasta este domingo, una selección de sus últimas acuarelas. La crisis se nota y la gente no se anima a comprar, pero esta mañana (por ayer) he vendido seis de un golpe, afirma Braga. Nacida en Vigo en la década dos 40, es dibujante profesional y desarrolló su carrera como diseñadora en la empresa Álvarez. Una discapacidad auditiva le originó una sordera desde la infancia que favoreció que se centrase en la pintura, haciéndola sobresalir.
¿Le influye de algún modo su sordera a la hora de pintar?
Desde luego. Al no oír nada, me centró más en la realización de las obras. Pinto desde pequeña, recuerdo emborronar papeles desde los cuatro años. Es una forma de expresar lo que llevo dentro.
¿Su arte es innato o lo ha aprendido?
Es mi forma de expresarme. Estudié un año en Artes y Oficios y cinco en el Instituto Parramon, de Barcelona, hasta que mi profesor me dijo que yo no era su alumna, era su colega. Luego quise ingresar en Bellas Artes en Madrid, pasé el examen, pero elegí volver a Vigo. Mi pintura es una combinación de vocación y mucho esfuerzo.
Trabajó como diseñadora en la empresa Álvarez, ¿es otra forma de pintar?
No, es muy duro, requiere un gran perfeccionismo, realizando a mano flores muy pequeñas. Hacía los diseños en papel que luego se pasaban a la loza. Era muy tenso, pero aportaba un sueldo. Cuando acababa la jornada laboral, me iba a casa a disfrutar con la pintura, una creación más abierta, luminosa y romántica.
Paisajes, flores, retratos, abarca todo tipo de temática, ¿cómo es su proceso de trabajo?
Cuando veo algo que me guste, hago pequeños bocetos que luego reproduzco en mi estudio. Los retratos y los bodegones los hago con modelos. En la acuarela, el proceso es rápido por la propia técnica. Pero también uso el óleo, el carboncillo y todas las técnicas.
¿Le influye de algún modo su sordera a la hora de pintar?
Desde luego. Al no oír nada, me centró más en la realización de las obras. Pinto desde pequeña, recuerdo emborronar papeles desde los cuatro años. Es una forma de expresar lo que llevo dentro.
¿Su arte es innato o lo ha aprendido?
Es mi forma de expresarme. Estudié un año en Artes y Oficios y cinco en el Instituto Parramon, de Barcelona, hasta que mi profesor me dijo que yo no era su alumna, era su colega. Luego quise ingresar en Bellas Artes en Madrid, pasé el examen, pero elegí volver a Vigo. Mi pintura es una combinación de vocación y mucho esfuerzo.
Trabajó como diseñadora en la empresa Álvarez, ¿es otra forma de pintar?
No, es muy duro, requiere un gran perfeccionismo, realizando a mano flores muy pequeñas. Hacía los diseños en papel que luego se pasaban a la loza. Era muy tenso, pero aportaba un sueldo. Cuando acababa la jornada laboral, me iba a casa a disfrutar con la pintura, una creación más abierta, luminosa y romántica.
Paisajes, flores, retratos, abarca todo tipo de temática, ¿cómo es su proceso de trabajo?
Cuando veo algo que me guste, hago pequeños bocetos que luego reproduzco en mi estudio. Los retratos y los bodegones los hago con modelos. En la acuarela, el proceso es rápido por la propia técnica. Pero también uso el óleo, el carboncillo y todas las técnicas.
