LOS EFECTOS DEL COVID

La pandemia vacía iglesias del rural

Los templos mantienen un aforo limitado que no puede pasar el 35% y que muchas veces no se llena por el miedo de los mayores a salir de sus casa.
photo_camera Los templos mantienen un aforo limitado que no puede pasar el 35% y que muchas veces no se llena por el miedo de los mayores a salir de sus casa.
Los sacerdotes de la diócesis de Tui-Vigo con parroquias envejecidas y despobladas a su cargo rompen el aislamiento de sus feligreses con llamadas personalizadas y creando grupos de chat para comunicarse

El coche y el móvil se han convertido para los párrocos del rural en las dos armas esenciales para ejercer su ministerio. La mayoría cuentan a su cargo con varias parroquias a las que solo se puede llegar en transporte privado y por carreteras que en invierno se convierten en trampas mortales con desprendimientos y heladas. 
La llegada de la pandemia ha dificultado aún más su labor, ya que a las distancias que deben recorrer se une que muchos de sus feligreses "son personas de edad avanzada y tiene miedo de salir de sus casas, sobre todo desde que ha llegado esta tercera ola y el coronavirus dejó de ser algo de lo que se habla en las televisiones y que ahora afecta a conocidos y vecinos", explica Javier Alonso, encargado de tres parroquias en los municipios de A Cañiza y Covelo además de rector del santuario de A Franqueira y delegado episcopal de Acción Caritativa Social. 
Una de las consecuencias de este cambio de percepción de la pandemia ha tenido su repercusión directa en la asistencia de fieles a las iglesias. Mantener el aforo de los protocolos covid "no es difícil. Los que son muy mayores ya no vienen y el resto no sobrepasan el número de personas permitidas", explica el sacerdote de algunas de las parroquias más alejadas de la capitalidad del municipio de Mondariz. También Francisco José Cabaleiro, Fran como le conocen todos en sus parroquias de Baiona, reconoce que el temor y la prudencia han alejado a los fieles de los templos "por lo que hay que buscar la forma de estar cerca de ellos, sobre todo en estos momentos". El teléfono se ha convertido para él, como para el resto de sacerdotes, en un medio de cercanía"con llamadas personalizadas, que se complementan con las redes sociales desde las que retransmitimos algunas celebraciones, como la de la patrona".

Para todos ellos lo más importante es "estar al lado de la gente, en una parroquia rural, es esencial", asegura Andrés Fuertes, que junto con Gonzalo Domínguez, lleva diez parroquias repartidas entre los municipios de Fornelos de Montes A Lama y Pazos de Borbén. Ese vínculo que no ha logrado romper la pandemia y el aislamiento se refuerza en algunos casos con el envío de videos, como hace de forma periódica Clodomiro Ogando con sus parroquias virtuales.

"Ver una sonrisa merece todo un día de trabajo" 

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 "Tenemos que dar ejemplo y transmitir el mensaje de que lo primero es cuidarnos, por eso suprimimos las misas de la tarde", explica Francisco José Cabaleiro, que desde hace cinco años lleva las parroquias de Baredo, Belesar y Baíña, en el municipio de Baiona. Para este sacerdote que además es capellán en el hospital Meixoeiro y profesor en el Colegio Divino Pastor, lo más importante "es animar a la gente, sobre todo a los mayores que son los que están más solos y son más vulnerables". Para romper el cerco del aislamiento recurre a las llamadas personalizadas en las que se preocupan por cómo están sus feligreses. 
La labor de capellán es para Fran, como le conocen todos, una experiencia muy especial que le permite "de una gran riqueza. Ese contacto con los enfermos te sensibiliza y te permite relativizar muchas cosas", asegura sin perder el buen humor. Y es que para él lo más importante "es ver la sonrisa de alguien, es algo que hace que merezca la pena todo un día de trabajo".  En los más de veinte años que lleva como capellán "he vivido muchas historias en las que lo fundamental es la cercanía y el cariño, algo que también puedes encontrar en las relaciones que se mantienen en las aldeas", asegura mientras se prepara para ir a otra de sus parroquias en un permanente viaje de una a otra.

"Retomé el envío de videos a petición de los feligreses"

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Los vídeos cantados de Clodomiro Ogando son famosos en sus siete parroquias repartidas entre los municipios de Ponteareas, Salvaterra y As Neves. Los envíos comenzaron con el confinamiento y con la llegada del Adviento "los retomé porque la gente me los pedía". Estas parroquias virtuales han logrado "mantenerme en contacto con todos mis feligreses, ya que muchos ahora no vienen a misa". Esta ausencia de muchos a las celebraciones las explica por "el aumento de casos, el covid ya llegó a las aldeas. En las primeras olas todo se veía un poco lejos, en la ciudad, ahora hay gente confinada y positivos". La situación creada y la s peticiones de muchos feligreses le llevó a retomar sus videos, que incluyen una pequeña reflexión y lectura del Evangelio seguida de una pequeña pieza musical. Aficionado al canto y participante de un grupo de pandereteiras,  Clorodmiro compone las letras de sus canciones"siempre adaptadas al momento actual y al tema que tratemos en cada caso" acompañándose con algún instrumento tradicional. 

"La gente tiene miedo a enfermar y estar sola"

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 "La gente tiene miedo, no tanto a la enfermedad y a la gravedad de la misma, como a la posibilidad de tener que pasarla en soledad", explica Javier Alonso, sacerdote de tres parroquias de A Cañiza y Covelo, además de ser el rector del Santuario de A Franqueira, uno de los referentes de la devoción mariana en la comarca de Paradanta.  Estos meses de pandemia le han permitido detectar como uno de los mayores dramas que se viven en el rural es "el aislamiento y la ruptura de la vida cotidiana", algo que intentan superar "con el calor y la preocupación que hay de unos por los otros en las aldeas. Todo el mundo está pendiente de sus vecinos. Han aprendido a ser muy responsables y escrupulosos para evitar contagios y minimizar los  riesgos" explica. Las redes sociales y los grupos de WhastApp creados en la parroquia permiten reducir un poco el aislamiento y "mantener un vínculo espiritual" con los feligreses. También las nuevas tecnologías le han permitido retransmitir algunas celebraciones especiales de la parroquia a sus feligreses a través de las redes sociales. 

"Hubo misas en las que sólo  estábamos el sacristán y yo"

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 "Las conversaciones ahora giran entorno al covid y las consecuencias. Muchos tiene familiares que trabajaban en la hostelería o el comercio y que ahora están afectados por las restricciones", explica Rafael Antela, párroco de Barcia de Mera y otras cinco parroquias de Covelo y Mondariz. Esta tercera ola parece haber llegado con fuerza a las aldeas llevando a muchos feligreses a quedarse en casa por miedo y precaución. Algo que tuvo como consecuencia que "en alguna ocasión llegásemos a la iglesia y nos encontrásemos con que sólo estábamos el sacristán y yo". Sus parroquias sufren todas ellas el envejecimiento y la despoblación. Dos lacras que dice "no parecen tener solución. No hay relevo generacional. La gente se queja de que no hay oportunidades para el rural y eso impida que tenga un futuro". Algo que este sacerdote parece querer combatir con una de las iniciativas culturales más increíbles de la provincia como es el ciclo de música de Barcia de Mera. Una apuesta por la cultura en medio de una comarca olvidada y de difícil acceso que ya es todo un referente en el panorama nacional.  

"Aquí lo importante es ser uno más y estar a su lado" 

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 Andrés Fuertes y Gonzalo Domínguez llevan la friolera de diez parroquias repartidas entre los municipios de Fornelos de Montes,  A Lama y Pazos de Borbén. Las distancias entre ellas son uno de los inconvenientes que tienen que superar todos los días para "estar en contacto con los feligreses" que según aseguran "se cuidan y son muy prudentes", por lo que decidieron suspender las misas vespertinas una vez que entraron las últimas restricciones en Galicia. Para estos dos párrocos uno de los pilares básicos de su labor es "ser uno más y estar al lado de los feligreses".  

"La gente no quiere salir de casa y hay fieles que no vienen"

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 "Se nota mucho que la gente no quiere salir de casa. Hay fieles de misa dominical que ahora no vienen a la iglesia", explica Don Benito Estévez, párroco de Santiago de Redondela y de Vilavella además de responsables de Cáritas diocesana para el municipio. Las restricciones y confinamientos  impuestos por las medidas adoptadas por el covid han hecho que la parroquia virtual que desde hace una década puso en marcha tenga ahora mucho más protagonismo. La página de Facebook, por ejemplo, cuenta ya con 2.700 seguidores y es una especie de tablón de anuncios en el que se puede seguir la actividad parroquial. Una actividad que desde hace un año está a mínimo. Un buen ejemplo es el de las comuniones, que el año pasado tuvieron que celebrarse en siete tandas y que este año deberán ser celebradas en diferentes días para evitar aglomeraciones. Donde la tecnología no ha ayudado es en la Confirmación y es que según explica con cierta gracia "tenemos a 30 chavales que aún están esperando para recibirla". 

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