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Palacios visto por Ramón Iglesias

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El historiador del Instituto de Estudios Vigueses fue uno de los principales especialistas de la obra del arquitecto de Porriño que analizó en varias publicaciones el legado que dejó en Vigo y su entorno

 “El interés del arquitecto por la experimentación de las potencialidades expresivas lo llevó a interesarse por las cualidades del granito de Porriño”. Así, Ramón Iglesias (Sanguiñeda, 1957-Vigo, 2020) explicó cómo Antonio Palacios escogió uno de los materiales que caracterizaron su arquitectura y lo convirtieron en uno de los primeros clientes de las canteras de Atios. Lo hace en “Vigo, arquitectura urbana”, que firmó en el 2000 en una de sus habituales colaboraciones con el también desaparecido Xaime Garrido. Ambos, miembros del Instituto de Estudios Vigueses, comentaron el legado de Palacios en la ciudad. En libro repasan las edificaciones más emblemáticas de la ciudad y sus autores a lo largo de su historia.
Iglesias puntualiza que Palacios “en su obra en Galicia presenta un carácter convencional”. Se hacen eco de la buena prensa que el porriñés tenía en Vigo y su vínculo con el círculo galleguista. Su teoría urbanística pasaba por la potenciación de las tres ciudades atlánticas: Coruña, Vilagarcía y Vigo: “Buscaba una estética peculiar gallega”.
Así en 1930 recibe el encargo del Plan de Urbanismo de Vigo. Fija su estudio en Areal y en 1934 presenta su propuesta que es aprobada por el pleno, al tiempo que le nombran Arquitecto Honorario de la Ciudad. Pero tres años después fue anulado en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo. Iglesias indica la mezcla de soluciones ancladas en el pasado con otras nuevas “como sucede en la formulación de su creación arquitectónica”. Destaca del plan “el carácter globalizante, la zonificación de la ciudad, grandes vías adaptadas a la topografía, los espacios abiertos y las zonas verdes”. Pero, junto a Garrido, Ramón Iglesias también le achaca “una concepción muy tradicional para la zona administrativa, primando los criterios estéticos sobre los funcionales”. Trazaba una gran vía, Rúa Galicia, del Castro hasta el puerto, eliminando el Casco Vello, el castillo. y todo lo anterior.
En cuanto a las edificaciones en Vigo, Palacios hizo varios proyectos que no llegaron a término como el Real Club Náutico (1907), la Cooperativa Vida Gallega (1911). o la capilla A Paz de A Guía  (1930).  Su primera obra fue el teatro García Barbón, encargado en 1913 tras la destrucción del anterior en un incendio. Diseña una construcción que albergará un casino, inaugurado en noviembre de  1926; el cinematógrafo Rosalía de Castro, con entrada por Marqués de Valladares, inaugurado en diciembre de 1926 y el teatro, en abril de 1927. “Es altamente monumentalizado, utiliza un lenguaje convencional y conservador que contrasta con otras obras de este período de espíritu más renovador”, apunta Iglesias que lo engloba en la orientación academicista. El teatro se restaura en 1984 por Desiderio Pernas con algún cambio.
En la fase regionalista de Palacios, Ramón Iglesias y Xaime Garrido consideran que “su obra en la ciudad es escasa y su influencia es sobre todo teórica. Para Iglesias esto se explica porque “para el centro urbano se inclina por fórmulas cosmopolitas derivadas del depurado clasicismo”. Aquí se sitúan los chalets de Playa América el templo Votivo de Panxón o el templo de Veracruz en Carballiño. Su gran proyecto, situado en Teis, es el monasterio de la Visitación de las Salesas Reales (1942) con base neomedieval. “A través de una relación creativa con la tradición y con los materiales propios del país busca dotar su arquitectura de una poética personal que se reconozca por sus contenidos estéticos, actitud en la que se percibe el rastro de Gaudí”, señala Iglesias.
También al periodo de postguerra pertenece el tercer gran edificio en Vigo, la banca Viñas Aranda (1944), en rúa Reconquista, enfrentado con uno de los laterales del García Barbón . “Es un sobrio clasicismo reinterpretado de forma personal e inconfundible por Palacios”. Iglesias distingue aquí un renacer de las consideraciones que el arquitecto tenía para el centro urbano.

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La huella de Antonio Palacios se encuentra en la maqueta del Plan de Urbanismo, rechazado en 1937; el teatro García Barbón, de 1926/27; la banca Viñas Aranda (1944) y el monasterio de la Visitación de las Salesas Reales (1942)

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Para la arquitectura regionalista la reservaba para el entorno rural con ejemplos como el Concello de Porriño, el templo Votivo de Panxón, el Veracruz de Carballiño. Además en Baiona levantó la Virgen de la Roca a modo de faro.

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