Museos de la ciudad

El trabajo oculto de los directores de los museos vigueses

El trabajo realizado a puerta cerrada por directores y técnicos asegura la conservación y divulgación del patrimonio,   así como la formación de profesionales e investigadores en sus salas

Adquirir patrimonio, conservarlo, difundirlo, comunicarlo, exponerlo y difundirlo es, según los organismos internacionales, las funciones de los museos, que se suma a la labor de formación de nuevos profesionales. Gran parte de este trabajo permanece oculto a los visitantes por lo que los cuatro principales centros museísticos públicos de Vigo y los dos privados abrieron sus trastiendas para desvelar la cara más desconocida de los museos a los lectores de Atlántico.

 

 

Castrelos es la sede de referencia para todos los hallazgos arqueológicos que se localicen en el sur de la provincia. A sus almacenes llegan restos de la prehistoria hasta la edad contemporánea que deben analizarse, catalogarse y documentarse. Para ello cuenta con espacios de trabajo o instalaciones como tanques de desalinización y una cámara de frío a temperatura constante de 2,5º, donde se conservan materiales orgánicos, algunos sumergidos en cubetas. Arqueólogos, conservadores, historiadores o investigadores, contratados por proyectos, pasan por sus almacenes. El último, un ciudadano norteamericano, propietario de una versión de un cuadro de la colección de Policarpo Sanz, que hizo una comparativa con las piezas que el benefactor tiene en París y en Castrelos. 

 

 

Custodia la colección de pintura de escuelas europeas y arte gallego. La mayoría está almacenada en los peines del Marco (unas 900 piezas), pero existe un espacio de tránsito, donde también se guardan las obras de la pinacoteca antigua. Como la sección de arqueología, cuenta con un espacio para los trabajos de restauración y estudio. Con falta de espacio, el director, Xosé Ballesta, anuncia que la dotación de un espacio propio para almacen es su próximo objetivo. Los fondos no dejan de aumentar, bien por adquisición o por donación (el último siglado fue de 157 obras, entre ellas, más de 300 de Encarna Penelas). “Tenemos más de 1.500 obras y otras tantas de artes decorativas, solo entre el 5 y el 10% está expuesto, pero los trabajos de conservación y mantenimiento  son constantes, al tratarse de un BIC, necesita más informes técnicos y el visto bueno de Patrimonio”, explica Ballesta. Las últimas restauraciones llevadas a cabo son  una “Cabeza”, de Acisclo Manzano y un cañón de hierro.

En la misma línea, en el Museo Etnográfico Liste, un equipo integrado la directora, Victoria Vázquez, Isabel Pousada y Sonia Rodríguez, gestionan unos fondos de cerca de 2.600 objetos, que aumenta por donaciones. “Cuando entra una pieza, primero se registra, se hace un acta de ingreso, se inventaría y se cataloga”, indica su directora. Además de exponer los objetos, el departamento de didáctica promueve el conocimiento de la cultura inmaterial. “Elaboramos una programación trimestral no solo para escolares, sino también para grupos de la tercera edad o personas con necesidades especiales, el 80% de los visitantes eligen recorridos guiados”. Con el resultado de sus investigaciones están elaborando un archivo online que también se puede consultar in situ, en una biblioteca con más de 2.000 publicaciones de antropología. La función formativa es uno de los fuertes del Liste. En los últimos años, hicieron sus prácticas estudiantes del grado de Historia del Arte, de Dirección y Gestión de industrias culturales, del ciclo superior de Turismo, de módulos formativos en Acción cultural y becados de Feuga o de FUAC.

El ámbito en el que se mueve el Museo de Arte Contemporánea (Marco) hace que el modo de asumir estos objetivos comunes de estas dotaciones se aplique de forma diferente. “El almacén de tránsito es un espacio esencial, se guardan las obras que se van a mostrar o los descartes, aquí llegan todas las cajas y todo el material; recoge la historia del momento más actual, lo que la gente no ve”, apunta su director, Miguel Fernández-Cid. Cuando las piezas llegan, deben climatizarse durante 24 horas. Si proceden de otro centro solo se abren delante de su conservador que registra el estado en que se encuentra, para repetir el proceso al retirarse. 

La producción de una exposición puede llevar años y el Marco avala los proyectos, facilitando materiales y resolviendo sus necesidades. La conexión entre el artista y su comisario es fundamental. El museo le proporciona los espacios de trabajo y debate. “El proceso de montaje puede tardar semanas, primero se colocan las obras en el suelo, apoyadas en la pared; para mí, el momento mágico de una exposición es cuando se suben para colgarlas en la pared, cobran otro sentido, que varía según la altura en que se pongan”. Marta Viana, en comunicación y didáctica; María Seoane, en conservación y Patricia Verdiales, en publicación completan las tareas que cumple el centro.

Junto a la Rede Museística Municipal a la que pertenecen estas tres dotaciones, se encuentra el Museo do Mar, dependiente de la Consellería de Cultura. Es el centro de referencia en Galicia para depositar los hallazgos en arqueología subacuática, por lo que sigue el mismo proceso de tratamiento que en Castrelos: tratamiento, catalogación, conservación e investigación. Cuenta con una biblioteca de acceso para realizar estudios, donde tras un acuerdo con Portos de Galicia, se custodia también toda la documentación de estos organismos. “Facilitamos el acceso a investigadores a las piezas del castro que se encuentra en las instalaciones, a los fondos subacuáticos y a la documentación, somos un centro de puertas abiertas”, señala la directora Marta Lucio. El museo cuenta con un acuario que le aporta una peculiaridad única al tratar con seres vivos. Laura Pérez y Rubén Pino son los encargados de cuidar a 35 especies (250 ejemplares) habituales de las rías gallegas, manteniendo los acrílicos y los sistemas de filtración limpios. Diseñan las comunidades para mantener el equilibrio entre posibles depredadores y presas, además de hacer recuentos regulares. Se les da de comer tres veces a la semana, dos metiéndose en el agua. Con los permisos de pesca en regla, algunos de los ejemplares los capturan con la caña.

En todas las secciones ponen especial interés en el gabinete didáctico, tanto para talleres como para los itinerarios guiados, tal y como indica Lucio: “En Semana Santa recibimos cerca de 4.000 visitantes y ese es nuestro objetivo, atraer público al museo”. Janet Betancourt, Iztiar Miranda y Teresa Rodríguez trabajan durante meses en la preparación de actividades y divulgación de contenidos con el cachalote y el submarino de Sanjurjo Badía como piezas destacadas. “Los museos son espacios interesantes de aprendizaje, intentamos que sean amenos, divertidos y aportar”.

La responsabilidad de custodiar una colección catalogada como BIC

Paloma Vela gestiona la colección de arte de Afundación, que desde 2015 está declarado Ben de Interese Cultural (BIC). Son más de 5.000 obras con sede en Vigo que recoge los últimos 150 años del arte gallego. “Cuando esta colección nació hace más de 50 años lo hizo con el objetivo de ser divulgada y a eso dedicamos un gran esfuerzo, buscamos dar utilidad a las piezas más allá del valor intrínseco que tenga”. Afundación cuenta con un taller de restauración en Pocomaco, en Coruña, que comparte con Abanca. aunque la primera fase de de conservación se realiza en la sede viguesa. En las salas está conservada a una temperatura y humedad estable, siguiendo protocolos de manipulación. “La divulgación de este patrimonio es por diversas vías”.

Media hora para arrancar las máquinas

Eloy García es el responsable de Naturnova, dependiente de Afundación, es el único museo interactivo de la ciudad. “La primera actividad que realizo cada día es el encendido de los módulos que lleva 30 minutos, son 40 y deben arrancar uno a uno”. Durante la semana recibe grupos de escolares y el sábado abre para el público en general. Para cada taller programado hay distintas didácticas desde los dinosaurios, el universo o mapas interactivos. Entre las propuestas con más tirón está los submarinos que facilitan un viaje en 3D por los fondos de las rías y el olograma de planetas. Todo requiere un mantenimiento constante. “Cada año elaboramos nuevas propuestas para renovar los contenidos”.

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