El nuevo modelo de la EBAU convence a los profesores

Educación

Los docentes celebran que la menor optatividad de los exámenes que harán los alumnos en junio de 2025 propiciará “que dejen de especular con el resultado”

Alumnos haciendo la prueba de la ABAU en el Campus de Vigo el pasado mes de junio.
Alumnos haciendo la prueba de la ABAU en el Campus de Vigo el pasado mes de junio.

La ABAU –que a partir de este año volverá a llamarse PAU– sufrirá este curso cambios importantes para adaptarse a la nueva ley educativa. Así lo anunció recientemente la Comisión Interuniversitaria de Galicia (CIUG), organismo que se encarga de realizar y supervisar estas pruebas de acceso a la universidad en el Sistema Universitario Gallego. Tras cinco años con los modelos de examen implantados durante la pandemia, caracterizados por una elevada optatividad –y tildados de excesivamente fáciles por miembros de la comunidad educativa–, y anteriormente con exámenes que tenían opciones A y B, a partir de 2025 los alumnos de 2º de Bachillerato que quieran acceder a un grado universitario tendrán hacer pruebas de preguntas de respuesta obligatoria.

Se trata de una novedad bastante bien recibida en las aulas de Vigo, ya que los docentes –especialmente los de Lengua Castellana y Lingua Galega– sentían que la alta opcionalidad con la que contaban los alumnos desde el covid restaba entidad a materias troncales como las que imparten al permitirles “especular con el resultado”. Esto es, podían no preparar una de las partes esenciales de la materia (por ejemplo, los temas de Literatura) descartando todas las preguntas relativas a ella sin ser penalizados.

Así, a partir de ahora los ejercicios de la PAU tendrán un “diseño competencial” de acuerdo con el Real Decreto que regula estas pruebas de acceso y están enfocados a que los alumnos echen mano de su “creatividad, capacidad de espíritu crítico, de reflexión y madurez” para resolver las diferentes cuestiones por escrito. La CIUG, en concreto, acordó una estructura común de todos los exámenes con 4 preguntas obligatorias: la primera más competencial y de respuesta única y las restantes con posibilidad de elección entre apartados.

Francisco López, profesor de Lengua Castellana en el IES Politécnico, alude a esta primera pregunta como “la más creativa del examen que, de alguna manera, reúne todas las capacidades que ha ido desarrollando a lo largo de su formación” e indica que, en general, le parece “interesante” este nuevo modelo que “tiende más al que había antes de la pandemia”. Así, alaba que se apueste por una menor opcionalidad “porque el alumnado estudiaba sólo los libros y ya no preparaba temas de Literatura, ahora la exigencia es integral”.

También opina en este sentido Xosé Álvarez, docente de Lingua Galega en el IES San Tomé, quien señala que “en cierto sentido es un paso adelante porque es bueno que sea competencial”, pero advierte de que, si se opta por la poca opcionalidad, “habrá que acotar más los temas porque si no el alumnado puede volverse loco a la hora de estudiar, el temario de algunas materias es amplísimo”.

“Nos preocupa que disminuya la importancia de la redacción”

Tanto Francisco como Xosé coinciden en que, por el momento, la CIUG no ha resuelto muchas de las dudas que había de cara a este curso al haber colgado un solo modelo de examen en su web y que todo quedará más claro cuando, entrado el curso, haya disponibles más para ayudar a los alumnos a preparar estas pruebas.

“Los exámenes no tienen por qué ser necesariamente más difíciles”, apunta Xosé, “en Bachillerato siempre vamos a contrarreloj y en estos modelos aparecen cosas que nunca se preguntaron hasta ahora pero que muchas las dieron en cursos anteriores, pero sabemos cómo son, que les explicas una cosa y la olvidan poco después”. Este docente cree que “será cuestión de irnos acostumbrando” y pide también “que los criterios de corrección sean públicos cuanto antes y concreten mucho más lo que se les va a pedir a los alumnos” para salir de dudas.

Por su parte, Francisco muestra su preocupación por lo que las pruebas de acceso a la universidad pueden llegar a ser según los planes anunciados hace ya dos años por el Ministerio de Educación: “Nos preocupa que en la llamada prueba de madurez se disminuya la importancia de la redacción. Ese examen que dicen que implantarán en el futuro parece evidente que estará desprovista de unos conocimientos fundamentales que, de momento, sí que se van manteniendo, y que se requerirá menos pericia a la hora de hacer una redacción”. En especial, cuando año tras año el comité de organización de los exámenes de Lengua Castellana –así como los de Lingua Galega– de la CIUG lanza una advertencia sobre las carencias que los alumnos tienen a la hora de componer textos de producción propia.

“Escribir no es fácil y se nota en buena parte del alumnado”, afirma el profesor del IES Politécnico, “y al mismo tiempo, tener una buena comprensión lectora también es difícil. Saber leer y escribir realmente bien es lo más importante en la formación de nuestros alumnos y en una sociedad crítica”, sentencia.

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