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Un nuevo camino al faro de Cíes

El camino que asciende al faro de la Illa do Medio, ahora más accesible para los caminantes
photo_camera El camino que asciende al faro de la Illa do Medio, ahora más accesible para los caminantes
El invierno, que fue muy duro en el archipiélago, sirvió para reparar este acceso y realizar nuevas plantaciones

 “El parque está espectacular, esperando a que la gente de toda Galicia venga a visitarlo, a pasearlo y a disfrutarlo, incluso a bañarse”. José Antonio Fernández Bouzas, director del Parque Nacional Illas Atlánticas, se mostraba así de entusiasmado horas antes de que el pasado sábado se abriese oficialmente la campaña de Semana Santa, que permite viajar hasta el domingo, 4 de abril, a las islas que componen el segundo parque marítimo-terrestre con que cuenta España (el primero fue el de Cabrera) y que tiene a las Cíes como su 'joya de la corona'.

No es para menos. Estamos en plena primavera y con ella asistimos a una verdadera eclosión de vida en los archipiélagos que componen este espacio natural (Ons, Sálvora y Cortegada, además de las propias islas viguesas). Un espectáculo más sorprendente si cabe que en temporadas pasadas, quizás por la particular climatología de los últimos meses, quizás por el hecho de que estos enclaves han estado aislados, sin recibir visitas, en el último medio año debido a la pandemia de coronavirus.
La naturaleza se abre paso con sus propios ritmos. “Los chorlitejos ('píllaras') están buscando su sitio; las gaviotas comienzan a buscar sus nidos, al cormorán lo podemos ver volando; los ostreros están buscando sus parejas...”, va enumerando José Antonio Fernández. Todo un espectáculo al que pueden asistir todos aquellos que se acerquen a esta Puerta del Atlántico, o a las Islas de los Dioses, como las llamaban los romanos.

La campaña de Semana Santa es apta solo para estancias de una jornada en la que disfrutar de la playa, con tiempo suficiente para fotografiar el mar, las dunas y hasta sus cielos, pero no para pernoctar, ya que tanto el cámping de Cíes como el de Ons permanecen cerrados, aunque sus instalaciones sí están abiertas para atender las necesidades de los visitantes. “Es un momento ideal para ir con la familia o con amigos”, subraya Fernández Bouzas.

Los trabajadores del parque no han permanecido parados estos seis últimos meses, en los que las islas sufrieron los embates de uno de los inviernos más rigurosos de los últimos años. La fuerza de las olas incluso ha transformado la fisionomía de las dunas y la playa de Rodas, aunque como recuerda el director del parque, “todos los años es lo mismo” y poco a poco el mar lo volverá a dejar en su estado anterior.

Este medio año sirvió para reparar la pasarela de madera y restaurar el camino que conduce al faro de la Illa do Medio, conocida también, precisamente, así, como Illa do Faro. Se trata de un proyecto largamente demandado y que ha efectuado la Autoridad Portuaria de Vigo una vez que descubrió que este vial era de su competencia. La antigua gravilla ha dado paso a una rampa mucho más accesible, salvando la dificultad que entraña la naturaleza del terreno y la pendiente de su trazado curvo en zig-zag.
Este faro, el mayor del archipiélago (hay otros dos, el de A Porta y Faro do Peito, en Monte Agudo) y construido a mediados del siglo XIX, se encuentra a 178 metros de altura sobre el nivel del mar y ofrece unas vistas únicas sobre el océano Atlántico y la Ría de Vigo.
También durante este invierno, como explica Fernández Bouzas, se fueron eliminando especies alóctonas —que no son propias de las islas, ni siquiera de Galicia—, como los eucaliptos y las acacias, dos tipos de árboles que provocan numerosos daños en el terreno y favorecen los incendios y plagas.

Un castro visible

La limpieza de acacias se extendió además a la zona del castro de As Hortas. La intención del Parque Illas Atlánticas es dejar visible este espacio y que en un futuro se puedan reanudar las excavaciones arqueológicas.
Fueron seis meses productivos de trabajos de recuperación en las dunas y de plantaciones de cerquiños, salgueiros, algún ameneiro, alguna sobreira...
Los inviernos sientan bien a las islas, sin gente y con la posibilidad, por ejemplo, de realizar talas con total tranquilidad, pero la primavera es su momento de máximo esplendor, del que no se pudo disfrutar en 2020 por culpa de la pandemia. “El año pasado fue una primavera sin voces, pero con cantos. Este año tenemos voces y cantos; voces de la gente y cantos de los pájaros”, concluyó el director del Parque Nacional. n

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