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Miro se jubila y dice adiós al kiosco de Praza de España

Edelmiro Rodríguez “Miro”, 40 años dedicado a la venta de prensa en su kiosco de la Praza de España
photo_camera Edelmiro Rodríguez “Miro”, 40 años dedicado a la venta de prensa en su kiosco de la Praza de España

Su retiro supone la desaparición de su caseta tras estar más de 40 años en funcionamiento

nnn Un hombre se acerca montado en bicicleta, dispuesto a continuar su paseo dominical. Cuando llega al kiosco, Edelmiro Rogríguez, más conocido como Miro, ya tiene su pedido de revistas y diarios preparado para entregárselo. Son más de 40 años de trabajo en el único puesto de venta de prensa ubicado en la Praza de España y conoce muy bien a sus clientes. Pero ha llegado el momento de retirarse. “Lo hago por la crisis, porque aún me quedan dos años para la edad de jubilación”. Internet y las nuevas tecnologías, afirma, tienen la culpa. “Antes era muy difícil no ver a alguien que no llevara un periódico debajo del brazo”.
Sin perder nunca su sonrisa, relata cómo han sido estas cuatro décadas de trabajo. “Comencé ahí en frente”, dice, señalando hacia la calle Manuel Olivié, donde se encuentran los muros del chalet Enrique Lorenzo hoy ocupado por la Fundación Celta. “Me coloqué debajo de unos plásticos y comencé a vender la prensa”. Era la forma que tenía de buscarse la vida en una época en la que había pocas oportunidades para una persona como él, al que una meningitis a los tres años de edad lo dejó en una silla de ruedas. Lo suyo es una historia de superación, tenacidad e insistencia ya que, tras mucho batallar, cinco años después consiguió la concesión para instalar su puesto: una caseta de madera de color naranja, que bautizó como Kiosco Raquel en honor a su hija recién nacida, y que ahora, cuando cierre definitivamente el 31 de mayo, tendrá que desmantelar. “Debo dejar la vía expedita, como dicen en el Ayuntamiento. A ver si alguien la quiere para montar un jardín de flores”, bromea.
La caseta, hoy desgastada y descolorida por tantos años de exposición a la lluvia y, sobre todo, a un sol implacable en una plaza donde nunca hay sombra, ha sido un lugar de reunión, un punto de encuentro y también un punto de información. “Recuerdo cuando llegaban los portugueses y se paraban aquí para preguntar si habían llegado a Vigo”. A partir de junio, la respuesta habrá que encontrarla en un GPS. n

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