Miguel Conde-Lobato: "Esta novela está hecha para lectores con distracciones constantes"

Miguel Conde-Lobato.
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"En las ciudades pequeñas y medianas la gente cree que se conoce, es donde los prejuicios están más activos en una atmósfera y un saber de los otros que llega a ser asfixiante", afirma el escritor y publicista Miguel Conde-Lobato

El escritor y publicista Miguel Conde-Lobato (Caracas, 1963) firmó ayer ejemplares de su última novela, “Palabras malditas”, un thriller donde se suceden asesinatos en una ciudad ficticia situada en Galicia. Aprovechando su estancia en la ciudad habló para los lectores de Atlántico sobre esta nueva propuesta literaria.

 ¿Le gusta el género negro?

Permite construir historias generando claves y personajes interesantes, además de introducir reflexiones en medio de un contexto físico peculiar que profundiza en la trama y se convierte en un protagonista más.

Sin embargo, este contexto físico no es real, aunque hace guiños a todas las ciudades gallegas.

Es una mezcla de todas y también de Oviedo. Hay referencias a Ourense, Coruña, Vigo o Lugo en un Frankestein urbano. Se trataba de que no se identificase ninguna. En las ciudades pequeñas y medianas la gente cree que se conoce, es donde los prejuicios están más activos en una atmósfera y un saber de los otros que llega a ser asfixiante.

¿Por ello escogió el rural para vivir?

Soy de monte, vivo en una casa con gallinas, conejos y caballos, pero al mismo tiempo me reparto con la ciudad por  mi trabajo. Hasta 2017 pasaba la mitad de la semana en Madrid, un creativo publicista tiene que estar cerca de los clientes. Considero que ese equilibrio es lo bueno. No creo que pudiese vivir solo en el mundo rural. Es muy duro, poder perder la cosecha por un temporal. 

Volviendo a la novela, está protagonizada por una antihéroe.

Eden es un ser humano creíble. No quería una policía de 35 kilos que tuviese que enfrentarse a delincuentes peligrosos. Quería huir de los estereotipos. Físicamente, es una mujer grande, aunque también tiene su debilidad. Se hizo policía para estar del lado bueno. Guarda rencor, complejos y dudas, pero lo convierte en energía para combatir los prejuicios. El daño que provoca en la gente al convertirse en estigmas le hace rebelarse y empatizar con las víctimas. Es un thriller donde suceden cosas alrededor de los asesinatos, metáforas de la sociedad.

De hecho hay cierta crítica a las redes sociales.

La sociedad se preocupa cada vez más por las apariencias y lo comparte en redes. Hay quien usa esa información. Al final se tiende a la polarización, Las cookies facilitan que solo veamos lo que seguimos, lo que nos interesa, que a priori es lo que nos apetece. Pero tener momentos contrarios que nos inviten a recapacitar forma parte de nuestra trayectoria vital. En la novela voy dejando pequeñas críticas.

Lleva el desenlace hasta las últimas páginas, ¿una forma de mantener la tensión?

Es un libro generoso, pensado hasta el último momento. No hay un capítulo de más. Escribí unas mil páginas que se quedaron en algo más de 400. La novela está hecha para lectores que tienen el móvil a lado y distracciones constantes.

¿Aborda una novela como una campaña publicitaria?

La imaginación es la materia prima en común, pero en la publicidad el cliente y el producto está en el centro y siempre es un trabajo en equipo. En la novela es el lector el que está en el centro y es solitario.

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