Las colas para conseguir un plato de comida caliente son cada vez más largas en los comedores sociales de Vigo, que se ven desbordados ante tanta demanda

Largas colas por comida en Vigo

Colas ayer a la una en la calle Cervantes para entrar en el comedor de las Misioneras del Silencio. foto: lydia miranda.
La crisis provoca que cada día sea mayor el número de personas sin recursos que se agolpan a las puertas de los comedores, formando aglomeraciones como la de la calle Cervantes (en la foto), donde las Misioneras del Silencio alimentan diariamente a unas 140 personas, algo similar a lo que ocurre en el de San Francisco.
No hace falta más que darse una vuelta por la calle Cervantes para darse cuenta de que la cola de personas que esperan a mediodía por un plato de comida caliente es cada día más larga. Las Misioneras del Silencio llevan años atendiendo el comedor social al que acuden diariamente entre 130 y 140 personas. Sin embargo, desde los últimos meses, con la crisis arreciando, la situación se complica. Lo mismo ocurre con San Francisco, otro de los comedores más concurridos durante todo el año, ahora más. El responsable de comunicación de la Diócesis Tui-Vigo, Alberto Cuevas, asegura que este servicio se ve desbordado por lo que considera que las administraciones deberían intervenir para abrir más comedores en la ciudad o ampliar los que funcionan en la actualidad ante la mayor demanda. Curiosamente, lo que ha descendido son las peticiones en el albergue de la congregación de Misión del Silencio desde que se habilitó el pabellón del Berbés. La ausencia de normas en el local municipal (sólo hay un requisito establecido, el de fumar fuera, aunque a veces también se incumple) hace que la mayoría de las personas sin techo prefiera acudir al Berbés. ‘Es necesario cumplir una serie de requisitos mínimos para poder garantizar el descanso de todas las personas que acuden al albergue’, explica Cuevas. La situación se complicó el pasado año tras arremeter con fuerza la crisis económica. No sólo los comedores sociales y los albergues notaron el incremento de la demanda sino organizaciones como Cáritas que se vieron desbordados por la solicitudes de ayuda. Tras la polémica por el albergue municipal y la apertura del pabellón ha dejado a la vista otro problema que requiere ahora de una intervención urgente, según quienes trabajan a diario en los comedores sociales, se trata de poder habilitar lugares donde poder dar de comer a los cientos de personas que a diario acuden a estos lugares. El comedor económico de Vida Digna que abre los fines de semana también ha visto incrementada su afluencia desde que abrió sus puertas el pasado año. Es el único de la ciudad que abre todo el fin de semana y cuenta con el apoyo económico de Caixanova y la Concejalía de Bienestar Social.

La crisis también se nota en el perfil del usuario del servicio

En total, Vigo cuenta con cuatro comedores sociales entre la semana y los fines de semana pero la afluencia de personas hace que la oferta se quede pequeña. La crisis se nota también en el perfil de los nuevos usuarios de los servicios que ofertan los comedores sociales y económicos. Durante los últimos meses comenzaron a llegar familias enteras que no tenían qué comer, lo que hasta ahora no había ocurrido nunca, cuando lo habitual era encontrarse con ‘sin techo’ e inmigrantes. Ahora, con el paro extendiéndose, el drama se extiende sobre otras capas de la sociedad que parecían estar al margen. Así también lo ha descrito Caritas, que insiste en que ahora mismo ‘la gente no quiere dinero, lo que quiere es un trabajo para seguir viviendo’, según explica Ángel Dorrrego, su responsable. Caritas opta por dar un vale de alimentos para las familias necesitadas, las golpeadas directamente por la caída de la economía, ‘porque al menos comen. En situaciones así, es cuando la gente se dirige a organizaciones como la nuestra’, señala Dorrego

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