50 AÑOS DEL "POLYCOMMANDER"

La marea más negra de Vigo

El "Polycommander", en su imagen icónica, cuando tras chocar con una roca y abrirse una brecha en el casco, queda envuelto en fuego y densas capas de humo negro que acabaron condensándose como un extraño rocío.
photo_camera El "Polycommander", en su imagen icónica, cuando tras chocar con una roca y abrirse una brecha en el casco, queda envuelto en fuego y densas capas de humo negro que acabaron condensándose como un extraño rocío.
Se cumple medio siglo del episodio que pudo haber cambiado la historia de la ciudad y la Ría con el naufragio de un petrolero. La mayor consecuencia, la negativa futura a que estos barcos operaran en el puerto

 En apenas unos días, el 5 de mayo, se cumplirá medio siglo de la gran marea negra en las costas de Vigo, que no fue la del “Prestige” sino de otro petrolero que pese al incidente no llegó a hundirse, el “Polycommander”, de bandera noruega, y que después de reparar la avería continuó navegando durante al menos diez años más. Aunque la historia está contada -con notables cambios según sea la fuente- sigue de actualidad, entre otras causas porque después de 50 años, las huellas del “Polycommander” continúan impresas en la costa viguesa: desde Canido hasta Panxón sobre todo, y también en el litoral de Santa María de Oia, testigos de las 15.000 toneladas de crudo ligero que se desparramaron por el litoral y la Ría. Una catástrofe absoluta de la que se tardó en recuperar y que los niños de entonces pudieron constatar en sus manos con el "pichi" o"galipote" que lo inundó todo. En uno de los puntos fuera de la Ría, la parroquia de Mougás, tuvo lugar poco después uno de los hechos más asombrosos de la ufología internacional, con las rocas de testigo. También el naufragio dejó huella en la ciudad en otro sentido, prohibiéndose años después la instalación de empresas de suministro petrolero, precisamente por el temor que provocó el episodio. Vamos por partes.

El 5 de mayo de 1970, el petrolero noruego relativamente nuevo, con de 230 metros de eslora y 30 de manga y unas 50.000 toneladas de carga, embarrancaba en una piedra frente a la playa de Figueiras en Cíes. El barco había entrado en Vigo para desembarcar a una tripulante al parecer embarazada o que corría riesgo de abortar y tenía que ser ingresada en un hospital. 
Según narró en Atlántico hace unos años el marino Miguel Font, testigo presencial de lo ocurrido siendo un joven tripulante del "Canarias", la entrada forzosa en la Ría animó a que parte de la tripulación bajara a tierra “y aprovechase una estupenda noche de mayo para proporcionarse una alegría etílica de esas que tanto gustan a los vikingos”. Ya de retirada y cumplida la misión de dejar en tierra a la enferma, el barco partió para seguir su ruta hacia Francia, debiendo salir para ello de la Ría.

Aquí coinciden todas las fuentes: en lo incomprensible del accidente. El petrolero salió de noche, con mar en calma, visibilidad y práctico a bordo, por la amplia  boca Norte de la Ría. No existía el GPS pero el buque contaba con  el sistema de navegación Decca, con los faros y señales náuticas que se encuentran a la entrada del mar de Vigo y con cartas precisas sobre la zona, más que suficiente para cualquier marino profesional para salir con las máximas garantías de éxito. Pero no fue así, y pese a lo sencillo de la maniobra, que realizan a diario docenas de buques de todos los tamaños sin peligro, el petrolero encalló y vacío parte de sus tanques en la Ría. Es ahí, donde las hipótesis se suceden buscando explicación a un siniestro absurdo en condiciones normales de navegación. Problemas de idioma, de larga deriva del barco, la navegación nocturna, del desconocimiento de las aguas por parte de la tripulación, de su dificultad en cuanto a identificar las señales. Para Miguel Font, en cambio, la clave estuvo en la ausencia del práctico. De permanecer a bordo hasta que la maniobra de viraje hubiera sido completada, el siniestro no hubiera ocurrido "por muy etílico que fuera el ambiente".
Con el barco embarrancado, dos tanques abiertos y la pérdida de un tercio de la carga, la marea negra estaba servida y llegó, desparramándose miles de toneladas de crudo ligero -más fácil de tratar que el del "Prestige"- por toda la costa, impregnando rocas y playas,  aunque los efectos sobre la fauna marina fueron menos importantes. No murió nadie en el petrolero aunque las versiones se contradicen: se dijo que había un fallecido, quemado, pero se negó. n

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