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Una masa de aire frío y nevadas reciben el invierno
Crimen machista
A primera hora de la mañana de ayer y todavía muy desmejorado físicamente, Humberto G., de 38 años, era trasladado en un coche camuflado de la Guardia Civil hasta los calabozos de la Cidade da Xustiza. Pasadas las 10:00, comparecía ante el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1, como investigado por la muerte violenta de Estela Blach, hallada muerta hace una semana en la parroquia baionesa de Belesar.
Al igual que cuando fue arrestado el día anterior, Humberto optó por guardar silencio. Desde que fue detenido, apenas articuló palabra, simplemente para decir que “no voy a declarar”.
Tras su breve comparecencia, el juez acordó su ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza, investigado por un presunto delito de homicidio/asesinato, pero también por otro de quebrantamiento de medida cautelar, al haber estado con la víctima el día en el que apareció muerta, a pesar de tener una orden de alejamiento sobre ella.
Él ya había estado con anterioridad en el mismo juzgado, por las denuncias de malos tratos de la víctima, que estaba en el sistema Viogén. Sin embargo, la Guardia Civil pudo comprobar que pese a las medidas cautelares la pareja había vuelto a estar junta.
El viernes 8 de noviembre fue el propio investigado quien llamó al 112, alertando de que se había encontrado a Estela a las puertas de su domicilio, que la había introducido en el interior y la había tapado con una manta. Cuando los sanitarios llegaron hasta el inmueble se toparon con la mujer sentada en una silla junto a la verja de entrada. Estaba muerta.
Solo en ese momento, poco antes de huir y permanecer escondido en una especie de galpón durante cinco días, sin comer, trató de exculparse, asegurando que “no voy a comerme ese marrón”.
Los numerosos indicios recabados por la Guardia Civil fueron determinantes para que el juzgado determinara su ingreso en prisión provisional. La orden de alejamiento por malos tratos y el resultado de la autopsia que confirmaba la muerte a golpes de Estela, así como la huida jugarían en contra de Humberto G., que cuenta con antecedentes policiales previos por asuntos relacionados con las drogas, de las que sería consumidor.
Su silencio impidió conocer más detalles sobre lo ocurrido aquel 8 de noviembre. Los investigadores sitúan la escena del crimen en la vivienda del detenido, donde fue hallada muerta Estela, y, aunque se realizó una inspección a conciencia del inmueble, las condiciones en las que se encontraba dificultaron la labor en la búsqueda de muestras. Tampoco hay arma del crimen, ya que este se produjo por una paliza, golpes con el puño o las piernas principalmente en la cabeza y tampoco se conocen testigos que pudieran haber presenciado los hechos.
Para la Guardia Civil, dichos golpes son compatibles con una agresión de malos tratos, de ahí que se haya calificado el homicidio como crimen de violencia de género.
Una de las pruebas clave para los investigadores está en la ropa que Humberto G. vestía el día en el que apareció muerta Estela. En ellas podrían encontrarse restos de sangre de la víctima. Los agentes ya buscaron en la vivienda, si bien el galpón donde supuestamente estuvo escondido no ha sido revelado. La Guardia Civil no llegó hasta ese lugar, porque el sospechoso quedó en un camino muy cerca de su domicilio en el lugar de A Ínsua para su arresto después de darle las instrucciones a su madre para que ella misma llamara al cuartel del Baiona.
El escondite estaría a muy corta distancia, ya que en el estado en el que se encontraba, al menos caminando, le impediría acudir a un lugar más lejano. El juzgado agilizará la investigación para citar en los próximos días a los primeros testigos, agentes, sanitarios o la madre del detenido.
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