EPISODIOS VIGUESES

La imborrable huella de Enrique Lorenzo en el desarrollo de Vigo

Enrique Lorenzo habla a los trabajadores.
photo_camera Enrique Lorenzo habla a los trabajadores.

Entre los personajes de esta ciudad que uno se alegra de haber conocido, por el lugar que ocupa en la propia historia de Vigo y su desarrollo industrial, figura sin duda Enrique Lorenzo, hombre de larga y fecunda vida, con quien en tantas ocasiones coincidimos los periodistas en aquellos años setenta, siempre sencillo, atento, cordial y accesible. Gustaba de contar historias de su propia experiencia vital y era además un hombre muy activo desde las perspectivas, empresarial, social, histórica y deportiva. En cierto modo era como el referente, el mascarón de proa de los “Hijos de Vigo”, interesantísima cofradía de nombres ilustres de esta ciudad, protagonista de un hoy desconocido rito cada año, en que, por las calendas de marzo, como guardadores de las esencias de Vigo, con ocasión de las conmemoraciones de la Reconquista, pasaban revista y examinaban en cierto modo la gestión del año realizada por la corporación municipal.

Como tantos hombres ilustres tuvo un modesto origen. De familia de ferroviarios, nacido 1892 en el barrio de Canadelo, se formó en la Escuela de Artes y Oficios y tras un breve empleo emigró a Argentina con apenas 20 años. La tradición ferroviaria era como premonitorio, pues sus empresas fabricarían calderas para locomotoras y vendría a Vigo el material de tracción de RENFE para ser reparado en sus factorías a lo largo de los años, cuando todavía predominaba el vapor.

De regreso a España tras una breve estancia en Argentina, se asocia con otro impulsor de la incipiente industria naval y fundan el primer y modesto taller para construir calderas para barcos y fábricas de conservas. El acierto y la ocasión de haber creado aquella empresa en el momento de despegue del sector pesquero y conservero de Vigo convirtieron la iniciativa en lo que sería Factorías Vulcano. En ese sentido, la necesidad de reponer el material ferroviario, destruido tras la guerra civil, supuso que la factoría instalada en Teis se convirtiera en un elemento esencial de la construcción del parque de nueva locomotoras o recuperación de las dañadas.

En 1941, la perspicacia de Enrique Lorenzo añade a la actividad de origen otra nueva en la que acertará un astillero. Factorías Vulcano pasa a ser una de las más importantes empresas del sector, donde crece el empleo, se colocan especialistas de alta calificación y se convierte en el lugar que hace que se expanda el futuro del barrio de Teis. Los especialistas que conocen mejor esta parte de la historia de la ciudad destacan que Enrique Lorenzo contó con la inestimable colaboración del ingeniero naval Florencio García de la Riva para llevar a buen término sus proyectos. De este modo, el modesto astillero de barcos de madera botó ya en 1948 el primer barco de casco de acero.

Al igual que otros empresarios de aquel tiempo, en otros terrenos, como fue José Regojo en Redondela, las empresas de Enrique Lorenzo mostraban especial sensibilidad social, mediante ayudas para que los trabajadores adquirieran vivienda en propiedad. Se cuenta que, con ese personal estilo, el día de su cumpleaños, en julio, sus trabajadores, a cada uno de los cuales presumía en conocer, recibían una paga extra y le hacían un homenaje.

Recuerdo que era una persona muy sencilla y simpática. Mi trato con él, sobre todo, tuvo que ver, como periodista, por las actividades del Centro de Hijos de Vigo. Defendía esta asociación, como una especie de senado de notables, de diversa procedencia, en su mayoría, que Vigo no era la ciudad de aluvión que se decía, sino una urbe transformadora que hacía sus hijos a todos los que hallaban aquí futuro y trabajo. También nos decía que para él fuera importante el Aéreo Club, que funda en 1951. Por su iniciativa se extendieron en Vigo aficiones desconocidas, luego desarrolladas a partir del propio crecimiento del modesto aeródromo inicial.

Tuvo una vida larga y fecunda. Falleció a los 90 años en 1981 y su nombre resume todo un siglo de crecimiento y desarrollo de un Vigo singular e ilusionante del que fue uno de los fecundos creadores, sin perder la sencilla naturalidad de un hijo de ferroviarios. Así lo recuerdo.

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