Las iglesias cristianas de Vigo abren sus puertas a los migrantes

Migrantes de varios países, ayer, en Santo Tomé de Freixeiro.
photo_camera Migrantes de varios países, ayer, en Santo Tomé de Freixeiro.

Católicos y ortodoxos, en la primera jornada de  feligreses extranjeros, a iniciativa de la Diócesis

Un grupo de parroquianos ortodoxos cantándole el “Padre nuestro” en castellano al obispo de Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza, es la escena que mejor define el espíritu de la jornada que ayer se vivió en Santo Tomé de Freixeiro.  Ambas comunidades cristianas que comparten parroquia (los católicos, en el templo nuevo y los ortodoxos, en la iglesia antigua) dedicaron los oficios de ayer a los migrantes y a los refugiados.

 

 

Como anfitrión y organizador, el párroco Alberto Montes recibió a Quinteiro Fiuza, quien envió un saludo muy especial a los recién llegados: “El Papa nos invita a construir el futuro con ellos; esta es una oportunidad de crear un futuro mejor”. Recordó que nadie se marcha de casa por placer, se van por necesidad y por ello, pidió a las parroquias viguesas que se abran a ellos, “esta es vuestra casa, la Iglesia no es ajena a vuestro sufrimiento”.

Gabriel Paricio Ortiz fue uno de los asistentes. Nacido en México, lleva en Vigo cinco años: “Los que llegamos de fuera recibimos un apoyo extraordinario en nuestras parroquias, se siente un recibimiento caluroso y una gran acogida”.

El coro Alma Corazón y Vida, integrado por voces de distintas nacionalidades, cantaron durante la misa que introdujo modos de la liturgia de los países de origen.

Banderas de Honduras, México, Perú, Venezuela, Argentina, Uruguay, Salvador y Guatemala se entregaron como ofrenda tras la homilía, junto a una cesta con frutas originarias de estos países. “En estas primeras jornadas se hizo la convocatoria a través de redes sociales, la intención es hacer a partir de ahora un censo de migrantes católicos”, apuntó Ortiz. El encuentro acabó con una comida de confraternización.

Además de la presencia mayoritaria de latinoamericanos, al encuentro también acudieron fieles africanos, de Kenia, y europeos, entre ellos ucranianos, tanto católicos como ortodoxos. Svitlana Tkachenko, junto a otros miembros de su congregación encabezada por el padre Vasil Savchuk, acudieron a la misa como invitados: “Somos personas religiosas y encontramos consuelo y mucho apoyo en la iglesia, sobre todo ahora, que con la guerra estamos viviendo momentos muy difíciles”. 

Media hora antes, en el templo antiguo del siglo XVII, acudió a la misa dominical que también ofició la comunidad ortodoxa. La guerra de Ucrania aumentó el número de feligreses de Savchuk. “Ahora tenemos varias familias recién llegadas de Kiev que ya tienen a sus hijos escolarizados en escuelas como la de Balaídos, juntos intentamos cubrir sus necesidades como comprar zapatos”. La iglesia está abierta para todos, “se acercan incluso personas que no han sido bautizadas, pero buscan apoyo”.

Te puede interesar