La Iglesia busca eliminar el estigma de la extrema unción

El párroco del Sagrado Corazón administra la unción con un palillo de algodón por las normas anticovid.
photo_camera El párroco del Sagrado Corazón administra la unción con un palillo de algodón por las normas anticovid.

Varias parroquias viguesas administraron ayer a ancianos y enfermos este sacramento, que no solo se recibe en casas y hospitales cuando se está en peligro de muerte

“Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amén”. Jesús Martínez, párroco del Sagrado Corazón, acompañado de otro sarcerdote, iba recitando esta oración con cada una de las personas presentes ayer en el templo de la calle Rosalía de Castro y que previamente habían mostrado su intención de recibir este sacramento. En total, diez feligreses, a los que, tras la homilía de la misa de una, fueron marcando su frente y sus manos con aceite extendido con un bastoncillo de algodón. Hubo al menos una persona más que quiso recibir la unción, lo que no fue posible. “Tenían que haber avisado antes ya que tenemos que prepararlo con antelación. Pueden recibirlo cualquier otro día”, informaba Jesús Martínez desde el púlpito.

Cada sexto domingo de Pascua la Iglesia celebra la Pascua del Enfermo, día que aprovecha para recordar la importancia de este sacramento, en un intento también de acabar con la connotación negativa que tiene la extrema unción, como era conocido antes, cuando se administraba solo en peligro inminente de muerte. Una denominación que se eliminó en tiempos del Papa Pablo VI. “Es una convicción religiosa, aunque hay gente que cree que si se lo dan se va a morir ya”, señalaba  Dorita López, de 77 años quien, junto con su marido, Juan Fraga, de 78 años, iba a recibir la unción por segunda vez. “Yo ya soy muy mayor, tengo 84 años, y quiero estar preparada”, añadía Zolita Álvarez.

Esta celebración también se llevó a cabo ayer en Santa María de O Porriño, San Miguel de Oia, La Soledad (O Castro) y el Corazón de María (Clareterianos), con aceites bendecidos por el obispo en la misa crismal de Semana Santa. “Aquí lo habían solicitado cinco personas pero solo vinieron tres”, indicó Benito R. Guerreiro, párroco de San Miguel y capellán en el Hospital Álvaro Cunqueiro. “Es un consuelo que se puede recibir varias veces, aunque ahora cada vez lo piden menos en los domicilios”, se lamentó. “Ayuda a dar sentido a la vida,  sin necesidad de terapias".

Te puede interesar