El equipo policial que ha retomado la investigación sobre el asesinato a bocajarro del vigués Manuel Salgado en un garaje de Rosalía de Castro en 2004 baraja una nueva hipótesis. Durante 18 años, los investigadores siempre apostaron por un crimen por encargo, pero en su informe, entregado tras el verano al Juzgado de Instrucción 4, que reabrió la causa en noviembre de 2021, incluyen evidencias que apuntarían a que la víctima podía conocer a quien apretó el gatillo.
Sin descartar que el asesinato pudiera ser obra de un sicario contratado para ejecutar el crimen, la revisión de la escena y de la posición del cadáver harían cobrar fuerza otra vía, que siempre estuvo ahí aunque en un segundo plano. La conclusión del grupo de la UDEV Central de Madrid apunta así que las diligencias realizadas hasta la fecha indican que personas próximas al entorno del exempleado de banca y copropietario del colegio Lar estarían detrás del crimen, bien como inductores o autores.
Uno de los indicios que sustentarían esta hipótesis se basa en la reconstrucción de los movimientos de la víctima cuando fue abordado en el garaje del número 46. La Policía considera que el asesino estaba situado entre el fallecido y la rampa del garaje. Se baraja la idea de que Manuel pudo ver y reconocer al pistolero e intentar volver hacia su coche para introducirse dentro, evitando cualquier enfrentamiento con esta persona, siendo abatido de un tiro certero por la espalda. La posición en la que fue hallada el cuerpo respaldaría ese relato. Inicialmente, habría caído bocabajo, pero o bien lo movieron o pudo moverse él mismo. Nunca se encontraron ni las llaves de coche ni su teléfono.
A mayores, la Policía hace hincapié en el casquillo de bala hallado en el mismo lugar de los hechos días antes del asesinato. Consideran los investigadores que fue un primer intento fallido. Dicho casquillo era del mismo calibre y serie que las balas que acabaron con la vida de Manuel Salgado. La hipótesis que cobra fuerza ahora apuntaría a que el fallecido se habría encontrado con el asesino aquel día, lo habría reconocido (sin saber sus intenciones). El autor del crimen disparó, pero la bala no llegó a estallar por lo que puede que la víctima no se percatara de dicho disparo, (en realidad un clic) atendiendo además a que tenía problemas de audición por un oído.
La víctima se sentía amenazado, tal y como él mismo había relatado en su entorno, pero el hecho de que no hubiera contado nada sobre su encuentro en el garaje días antes es una muestra para los investigadores de que se trataba de alguien muy cercano a él, a quien no habría denunciado.
La motivación económica sigue siendo la supuesta causa del crimen. La víctima se había mudado con su hermana y sus sobrinos tras sufrir un divorcio muy traumático y con denuncias cruzadas. La relación con sus hijos, a los que había desheredado tampoco era buena. La hermana de la víctima aseguró que se sentía amenazado y temía por su vida.
Piden citar a declarar en sede judicial a varios testigos
La investigación judicial, tras la recepción del informe del grupo de la Policía, podría iniciar nuevas diligencias en breve. Según pudo confirmar este diario, tanto el Juzgado como la Fiscalía estudian ahora la petición de parte de citar a varios testigos para declarar en sede judicial. Se trataría de que contrastar testimonios que han sido recabados por los investigadores para elaborar el informe en el que se han empleado varios meses. Hay que recordar que el Juzgado de Instrucción 4 reabrió la causa a petición de la familia de la víctima con el objeto de realizar diligencias que en su día se habían pasado por alto. La dificultad radica en el tiempo transcurrido, 18 años, aunque la intención es poder recabar pistas que pudieran llevar hasta el autor material de este crimen, uno de los continúan sin resolver en la historia negra de la ciudad.