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“La gente ‘normal’ es más incapaz de lo esperado emocional y socialmente”

Javier Viana, con su hijo André, en el acto de ayer.
photo_camera Javier Viana, con su hijo André, en el acto de ayer.

Javier Viana y su hijo André participaron ayer en los actos. Para Javier, la palabra discapacidad “esconde una realidad que es bastante más natural y normal de lo que se cree y que tiende a hacer invisibles experiencias muy significativas de gente que puede crear, bailar, estudiar, desarrollarse y trabajar, pero que desde el primer momento se encuentran un gran muro que los separa de una parte de la sociedad”.


Añade que no se trata de una barrera física “como la que pueda poner Trump a los que aspiran a ser algo”, sino que es algo invisible y provoca que “la persona se retraiga dentro de sí misma porque no ve donde está esa barrera o simplemente porque la encuentra frecuentemente en todos los sitios”. Asegura que “desde la discapacidad ves a gente normal como muy poco normal, incapaces emocional y socialmente e insolidarios”. Para combatirlo, opina que es bueno acercar más a la gente con discapacidad a la sociedad porque no los ven todos los días ni en todos los contextos. “La gente no viene instruída de casa, hay una gran barrera que impide un roce, tocar, palpar. Una persona que se acerca a uno que no habla cree que no tiene que hablar, cuando es al revés, hay que explorar otras vías. La gente tiene decidido cuál es la normalidad y si alguien no lo es no tiene que relacionarse con él, ni ayudarle a caminar ni pueden bañarse en la playa ni ir a sitios. La gente tiene que despertar, esa sensación de normalidad suya es falsa”. 
Su hijo tiene ahora 28 años, le gusta la música y participar en actividades con otras personas. Señala que en ese tiempo en Galicia se pasó del cero casi absoluto a una situación de casi normalidad en cuanto a asistencia e información. “Cuando nació André, nadie sabía nada de lo que había que hacer, dos  palabras resumían todo, estimulación y mucha atención, sin que hubiese los mecanismos ni los recursos ni un itinerario claro para las familias. Todo fue buscarse la vida durante 28 años, aprendes mucho, te equivocas mucho, te apoyas en otra gente, y ahora el complejo de Apamp reúne a mucha gente y cubre desde la edad temprana hasta la residencia. Sigue habiendo problemas en el rural. Más que el aislamiento o la falta de medios hay una depreciación total del ser humano. Se avanzó mucho pero queda mucho que hacer aún”.
¿Qué diría a alguien en esta situación? “El primer momento es mastodóntico porque es una situación que no puedes resolver y que crece en la medida de tus sustos y tus sentimientos. Luego está la parte asistencial y y desde el primero momento hay que dedicarse a explorar todas las capacidades de la persona que tienes delante. Al principio no hay nada escrito, pero todas las personas se manifiestan y más cuando hay apoyo tecnológico para conseguirlo”.
 

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