García Barbón y Areal, el polígono industrial de Vigo del siglo XX
Historia de las empresas de Vigo
A la industria conservera se sumaron empresas de calderería, la Industriosa y La Metalúrgica, y astilleros a los que siguieron auxiliares, como Natalio Sanchón
García Barbón y Areal, dos calles del centro de Vigo consideradas zonas premium para vivir, fueron el polígono industrial de Vigo a principios del siglo XX. Numerosas empresas se instalaron en esta zona de la ciudad, a la que habría que sumar Guixar, al calor de las primeras conserveras, que habían llegado al conocido barrio de los catalanes (Areal) en la segunda mitad del siglo XVIII. Muchas se instalaron en Areal y otras en calles adyacentes, como Antonio Alonso en Serafín Avendaño. Junto a ellos se fueron sumando empresas de calderería, entre ellas La Industriosa y La Metalúrgica, y astilleros.
El profesor y miembro destacado del Instituto de Estudios Vigueses, Antonio Giráldez, explica que el primer catalán fue Bonaventura Marcó del Pont en 1758.
Un actor clave en el despegue industrial, más allá de la conserva y la salazón de familias como Curbera, Barreras, Puig, Dalmau, Fábregas o Sensat, es un industrial muy joven que vuelve de Cuba, Antonio Sanjurjo Badía, que funda en Areal La Fundidora, que fabricaba calderas y máquinas de vapor. En 1880 abre la fábrica en García Barbón, que es más grande y se dedica a la reparación y venta de todo tipo de utensilios, también balcones de hierro, farolas, fuentes ornamentales, cocinas o estufas de hierro. Es La Industriosa. En 1913 funda un astillero en Guixar, porque la industria viguesa necesita barcos cada vez más potentes .
Recuerda Antonio Giráldez que en 1842 se había inaugurado el Lazareto en San Simón y hay barcos con pasaje que llevan a personas con enfermerdades infecciosas a pasar la cuarentena en el lazareto y luego repostan en Vigo. “Hay muchas líneas regulares entre Vigo y América y lleva a que los barcos tienen que repostar carbón en Vigo, repararse y equiparse, así surgen por ejemplo negocios de droguería y desinfección como Natalio Sanchón. También varaderos e instalaciones para reparar calderas”, explica.
“Eso explica que en toda esa zona se instalen astilleros. A principios del siglo XX tenemos que el polígono industrial de Vigo está entre Areal, Guixar, la Calzada y García Barbón, lo que hoy es zona urbana”, añade.
En 1900 se funda La Metalúrgica en García Barbón, que tiene como socios a Antonio Alonso, José Barreras Massó y Guillermo Curbera. “Es una empresa muy importante porque va a fabricar las latas de las conservas y litografiarlas”.
A su lado, en el campo de A Barxa, en 1925, se abre fábrica de cervezas de A Barxa, que produce dos marcas muy fuertes: Cruz Blanca, que cierra en 1989 y Skol, que se hizo muy popular en la década de los 70 del siglo XX. “Llegaron a vender más que Estrella de Galicia”, explica el profesor.
Otro hombre clave es Enrique Lorenzo, que fundó Vulcano. Vuelve emigrado de Argentina a trabajar en los astilleros de Troncoso y Santodomingo, que estaban en Areal. Trabaja como contable y luego funda la empresa de calderería Vulcano, primero en Canceleiro y en 1930 llega a la playa de Espiñeiro en Teis. Cuando se funda Renfe en 1941 va a encargarse de la reparación de calderas de los trenes. Hoy el astillero San Enrique recuerda al hombre que la fundó.
También recuerdo Antonio Girládez que el primer lugar de Casa Mar fue el número 6 de García Barbón, antes de mudarse a Beiramar.
Un incendio acabó con La Industriosa y las cartas de Verne
En 1879, Antonio Sanjurjo comenzaba en el lugar del “Telleiro” (actualmente avenida de García Barbón) la construcción de un gran edificio. Tras sucesivas ampliaciones, la construcción fue ocupando un terreno de varios miles de metros cuadrados y un año después, en 1880, quedaba terminado el edificio de La Industriosa. Con el paso del tiempo, aquella célebre industria permitió a Sanjurjo cruzar su destino con el de Julio Verne, que acudió a él a reparar su yate en su segundo viaje. La fábrica se quemó después del fatal incendio de 1942, que se llevó consigo oficinas, almacenes y factoría y con ellos las cartas que el novelista francés llegaría a escribir a Sanjurjo. Tenía más de doscientos operarios.
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