La nueva ley del juego que se aprobará en Galicia a finales del mes de abril no ha convencido a las asociaciones viguesas que protegen a los jugadores anónimos, ya que el avance no ha sido el suficiente tras renovar la que estaba vigente antes, que databa de 1985. El poco control de las máquinas tragaperras en los bares y restaurantes, con la responsabilidad a cargo del dueño del establecimiento, hace que la posibilidad de que exludópatas tengan una recaída con el juego aumente. Juan Lamas, presidente de la Asociación Galega de Jugadores Anónimos, con sede en Vigo, apuntó que, a pesar del paso adelante tras realizar una nueva ley después de casi cuarenta años, “hay cosas que desde la asociación nos hemos quejado, porque el nulo control de las máquinas en los bares no puede ser. Dejar la responsabilidad en el hostelero, que a veces sólo hay uno por bar y muy atareado, es una locura porque no va a atender quien está jugando a las máquinas y quien no”.
Con respecto a ello, Lamas y Agaja propuso, desde 1993, la necesaria instalación de un lector de DNI, aunque “antes era entendible que lo denegase, pero ahora instalar eso no cuesta nada, y no han querido hacerlo”. La razón es simple: dejar libertad a los usuarios a través de la autoprohibición, algo que, según Lamas, “no funciona. Se planteó todo tipo de control para los ludópatas en la nueva ley, pero es imposible que pretendan que exista en los bares un autocontrol o que, el hostalero de turno, sea el que controle quien juega o deja de jugar”.
“Desde mi opinión las máquinas tragaperras no deberían de estar en los bares, pero de estar, al menos paliar su efecto devastador con los ludópatas”, apuntó Lamas, que tampoco se fía de los salones de juego, que cuentan con la obligación de pedir y registrar el DNI del usuario para comprobar su mayoría de edad: “La mayoría dicen que tienen el DNI registrado, pero es mentira. Además en algunos salones se puede acceder sin identificación, ahí no se cumple la normativa”.
Ante el problema de la poca protección a los jóvenes, con la proliferación de salas de juego y apuestas, algunas cerca de los colegios formativos e institutos, Lamas criticó la nueva medida que se tomará tras la ley que se aprobará en abril, donde se ampliará de 150 a 300 metros la distancia de los salones con respecto a los edificios educativos pero “todo eso no sirve de nada porque la norma se ha aprobado sin carácter retroactivo, y ahí está el error”. Por tanto, los salones de juegos seguirán en su localización a pesar de la nueva ley, aunque “los dueños de esos establecimientos ya han reclamado sobre la medida, porque limita mucho sus nuevas licencias”.
Proteger "a medias" a los rehabilitados
La nueva ley del juego protegerá “a medias” a los ludópatas rehabilitados y a la sociedad. Las mejoras que se proponen con respecto a la última ley de 1985, según Juan Lamas “es una norma super anticuada y ya era hora de cambiar, porque el juego actual nada tiene que ver con el de los años 80”. La medida “ha adoptado por fin medidas que son necesarias, como la creación de un observatorio o la restricción de la publicidad en los medios”, sin embargo, los juegos de premios instantáneos, como puede ser el rasca de la ONCE, “no puede ser que se vendan en la puerta de los hospitales, al igual que los cupones".
En el nuevo texto también se incluira una limitación en el número de establecimiento en la comunidad, con un límite de 118 salones de juegos (97 ya funcionando y 21 pendientes) y 41 tiendas de apuesta, todas funcionando y sin ninguna solicitud en tramitación en la actualidad. Con la nueva normativa, las máquinas tragaperras que se den de baja no serán repuestas, y no se podrá dar nuevas autorizaciones.
