Desalojan un emblemático edificio del centro de Vigo tras pagar a sus okupas

El edificio, ahora vacío, se encuentra situado en el número 79 de Pi y Margall y destaca por sus balcones en esquina.
photo_camera El edificio “desokupado” en Pi y Margall.
Una empresa especializada en "desokupaciones" intervino para recuperar el inmueble, obra de Jenaro de la Fuente. Las tres plantas del Candeira, en Pi y Margall, se convirtieron en narcoedificio por los okupas, a los que se pagó por mudarse

Una de los edificios emblemáticos del arquitecto Jenaro de la Fuente, el Candeira, situado en Pi y Margall 79, "asaltado" por okupas, fue desalojado el lunes tras una de las primeras intervenciones en la ciudad de una empresa especializada en "desokupaciones" exprés. El inmueble, de bajo y tres plantas con seis viviendas, se fue quedando vacío tras la marcha de los últimos inquilinos, hace aproximadamente un año, según explican en la zona. Solo el bajo, donde se sitúa un negocio de cristalería, continúa arrendado. Esta situación fue aprovechada por los okupas para hacerse con el edificio, en el que llevaban asentados varios meses y donde no habían pasado inadvertidos pues afirman en los alrededores que “eran bastante problemáticos”.

 

 

El lunes por la tarde, un equipo de la empresa Bastión Desocupación se desplazaba hasta el inmueble. Intentaron sin éxito que les abrieran la puerta, algo que consiguieron al personarse la Policía. Tras llegar a un acuerdo, se marcharon del lugar con todas sus cosas sin que se registraran incidentes. Según pudo saber este diario, los okupas aceptaron dejar la vivienda a cambio de cierta cantidad de dinero. Desde la empresa aseguran que “se trata de una cantidad pequeña en concepto de gastos de mudanza” ya que los individuos se llevaron todas sus cosas. “Se había convertido en un narcoedificio, todo estaba lleno de jeringuillas y colchones, había seis núcleos y gracias a una mediación pacífica se logró recuperar la posesión”, señala el portavoz de la empresa.

La operación se llevó a cabo en plena tarde y a pesar de la ausencia de incidentes, hubo algún momento tenso. Dos individuos salieron del edificio y poco después se marchaban con sus cosas en un taxi. Sin embargo, regresaron poco después y con una piedra de grandes dimensiones rompieron el cristal de la puerta del portal, mostrando el carácter conflictivo del que se habían hecho eco los vecinos. Lo explicaban residentes del entorno. 

Pero una vez fuera del inmueble, “se tomaron las medidas de seguridad oportunas”. Entre ellas, la alarma de seguridad y un vigilante durante la noche hasta la llegada de la empresa  multiservicios de cerrajería y mantenimiento encargada de blindar el acceso y colocar las planchas metálicas. 

Durante su estancia, los okupas habían causado numerosos destrozos en puertas e interiores, donde se podía ver desde fuera restos de suciedad mezclados con los escalones revestidos de moqueta de lo que en su día fue una entrada señorial. 

Según aseguran desde la empresa, “cada vez tenemos más demanda y no solo de edificios o viviendas vacías, hay de todo”. 

El futuro de este edificio, que data de mediados del siglo pasado, se desconoce. Este diario se puso en contacto con la administradora que se encarga de su gestión, ya que el propietario reside fuera, sin haber obtenido respuesta.

 

Un inmueble a conservar de 1954 levantado por encargo

El edificio, de 1954, fue construido por Jenaro de la Fuente Álvarez para la industrial Rosa Candeira. Sello del arquitecto son también el edificio Aurora Polar, la actual Facultad de Comercio  o la pérgola de la plaza de Portugal, el estadio muncipal de Balaídos o el Instituto de Santo Tomé entre otros. Catalogado por Patrimonio de la Xunta, el  de Pi y Margall destaca por sus amplios balcones y la pérgola de cemento con la que termina la cubierta del inmueble así como su pronunciada curva, con la que se pretendía salvar el acceso a una calle que nunca llegó a abrirse. Según aseguran en la zona, llegó a plantearse su venta, pero la operación quedó paralizada. Desde la cristalería en el bajo, donde llevan situados casi treinta años, recuerdan cómo en su momento estuvieron habitadas casi todas las viviendas hasta que se marcharon los últimos inquilinos. .

Te puede interesar