“O corpo aberto”, terror folk gallego con atmósfera victoriana

“O corpo aberto” se rodó íntegramente en la sierra de Xurés-Gêres, entre las aldeas portuguesas de Tourem y Pitões,  en la freguesía de Montalegre; y los concellos gallegos de Muíños, Lobeira y Calvos de Randín.
photo_camera “O corpo aberto” se rodó íntegramente en la sierra de Xurés-Gêres, entre las aldeas portuguesas de Tourem y Pitões, en la freguesía de Montalegre; y los concellos gallegos de Muíños, Lobeira y Calvos de Randín.
La película dirigida por Ángeles Huerta está en cartelera de los multicines Norte y en los cines Gran Vía en versión original subtitulado en gallego, y en los cines Yelmo, con subtítulos en castellano 

“Las películas solo se acaban cuando llegan a las salas y son vistas por los espectadores”. Así, lo siente Ángela Huerta, directora de “O Corpo aberto” que llegó esta semana a las carteleras y que tuvo su première con alfombra roja en los multicines Norte. Con la intención de proyectarse a nivel estatal, se suma al circuito comercial tras triunfar en festivales y obtener el galardón a la Mejor Película en Gijón con una historia basada en uno de los relatos de “Arraianos” de Méndez Ferrín, “Lobosandaus”.

“Después de la pandemia hubo que recuperar el hábito de volver al cine, ahora, tal y como está la luz casi compensa pagar la entrada, estar calentito y pasar un rato entretenido”, bromea la directora, que asegura que la película “más que especial es diferente”, un punto a favor con una oferta variada y de calidad. “Al público del cine de terror le va a gustar, pero también al resto porque va de pasión, de lo que hay más allá de la muerte, tiene misterio, indaga quiénes son realmente los personajes y por ende quiénes somos, hay ternura, erotismo y una estética muy buscada, es sobre todo un drama romántico según la tradición victoriana, que se encuentra en la atmósfera y en la luz”.

Protagonizada  por Tamar Novas, María Vázquez y Victória Guerra, la trama ambientada en una aldea inhóspita de la Raia a comienzos del siglo XX, donde confluyen dos mundos, tal y como señala Huerta: “Es una película de frontera, y aunque algo gótica, algunos la definen como un western porque comparte características del género, es una frontera superficial de países o idiomas (en la película conviven el gallego, el portugués y el castellano), pero también entre los vivos y los muertos, lo femenino y lo masculino, lo espiritual y la razón”.

Mercedes Peón fue la encargada de la banda sonora. “Con toda la humilidad, lo que ella representa en la música es lo que pretende reflejar esta película, partir desde la tradición para hacer algo más contemporáneo”. Huertas señala que la intervención de la artista va más allá, generando susurros y sensaciones acústicas. “La banda sonora es todo un deseño sonoro, moi coidado, quería una película que se puidese ver con los ojos cerrados; se reproducen sonidos espectrales, cosas que no se ven pero que el oído sabe”.

La coincidencia en cartelera con “As Bestas” hace inevitable las comparaciones. “¡Ojalá nos beneficiase!”, afirma la directora, que la considera una gran película. Al margen de la polémica por la imagen que genera de Galicia, Hortas puntualiza las diferencias entre ambas: “En ‘As Bestas’ habla del enfrentamiento entre el progreso y el atraso como modelo de sociedad, pero nuestro film confronta un mundo secularizado, huérfano de diosas y dioses, con otro que está en conexion con el más allá como es habitual en las sociedades menos avanzadas, que pese a todo tiene respuestas a las preguntas más trascendentales”.

“La película no traiciona la esencia de Méndez Ferrín”

“Méndez Ferrín es uno de los escritores a los que admiro y del que tengo el privilegio, no solo de haber hablado con él, sino de conocerlo”. Ángeles Huerta destacó la generosidad del autor de “Lobosandaus”, relato de “Arraianos” en el que se inspira la película “O corpo aberto”. “Me dio facilidades desde el minuto cero, le pasé muchas versiones, unas quince, hasta que empecé a aburrirlo; cada vez que le contaba lo que quería hacer, me contestaba que hiciese lo que quisiera”. La directora insiste en la contemporaneidad de un texto de 1991. “Lo escribió con 51 años y llama la atención de una mujer en 2022, todo lo que añadimos en la película está en potencia ahí, no traiciona la esencia de Méndez Ferrín; no trata de feminismo, ni de queer, pero lo sugiere; es lo que tienen los genios que se anticipan”.

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