El censo de vacas se reduce en Vigo: sólo quedan 54 oficialmente
El número de explotaciones ganaderas y de reses en el rural vigués experimenta un progresivo descenso desde 2015
Galicia era el país de un millón de vacas, como rezaba en el título de la primera obra que hizo famoso al escritor Manuel Rivas, publicada en 1990. Sin embargo, desde ese año, las explotaciones ganaderas no han dejado de descender y ya estamos por debajo de esa cifra, con 962.004 cabezas de ganado bovino y 526.889 vacas. Si bien es cierto que hay municipios que cuentan con más ganado vacuno que habitantes, tal es el caso, por ejemplo, de Friol (Lugo), con 9.736 vacas y una población de 3.682 personas, 2,6442 vacas por cada vecino, la mayoría de estas reses se concentran en zonas dedicadas a esta actividad económica, como Arzúa (la comarca registra 35.208 cabezas de ganada) o Betanzos (30.705 reses).
En Vigo, la fuerza de la industrialización y la expansión de la urbe ha ido comiendo terreno al rural. Sin embargo, en la ciudad donde aún es posible ver una finca cultivada con verduras en medio de los edificios, todavía hay explotaciones que subsisten, aunque cada vez menos.
Según el último censo del Instituto Galego de Estatística (IGE), publicado recientemente y correspondiente al año 2021, en el municipio hay un total de 113 granjas dedicadas al ganado bovino, con un total de 229 reses, de las que 54 son vacas (cuatro de leche y 50 de carne) y 175 figuran en el apartado de ‘otros bovinos’ (terneras, toros y bueyes). Es decir, tenemos una vaca por cada 1.286 habitantes.
Desde que el IGE tiene registros, en 2002, el número de explotaciones y de vacas ha experimentado un constante descenso. Partiendo de las 161 explotaciones existentes ese año, con 283 animales, de los que 149 eran vacas, se pasó después a una media de 250 reses. El año con mejores cifras fue 2015, con 198 explotaciones que atendían a 317 bovinos, de los que 60 eran vacas. La mayoría, a lo largo de este estadillo, se corresponde con ganado destinado a la carne, reservándose entre 10 y 8 ejemplares para leche.
El caso paradigmático es Zamáns, una de las zonas más rurales de Vigo, donde aún es posible, por ejemplo, ver rebaños de ovejas y cría de gansos. Aquí, antiguamente los vecinos tenían entre 3 y cuatro vacas cada uno dedicadas a la leche, que después se vendía en la ciudad. “Ahora solo queda uno”, se lamentaba un habitante de la parroquia.
En Matamá, parroquia que celebra anualmente la Festa da Sementeira (abril) y la Festa da Colleita (octubre), resulta ya todo un espectáculo de carácter costumbrista ver salir a una imponente pareja de bueyes para arar las finchas.
Contenido patrocinado
También te puede interesar