Cementerios y funerarias de Vigo y área hacen sitio a los miembros amputados

Un trabajador del cementerio  de Bouzas, con  una de las cajas de restos cadávericos,  solo para huesos.
photo_camera Un trabajador del cementerio de Bouzas, con una de las cajas de restos cadávericos, solo para huesos.
Aunque el Sergas se hace cargo de la eliminación, hay pacientes que optan por dar sepultura a estos restos por motivos religiosos o como forma de pasar el duelo

La polémica surgida hace meses por el decreto en el País Vasco de Sanidad Mortuoria que obligaba a los pacientes a hacerse cargo de los miembros amputados, abrió el debate público sobre quién se hace cargo de estos restos y qué ocurre con ellos tras un proceso especialmente doloroso para los pacientes. En Vigo como en toda Galicia, es el Sergas quien asume la eliminación de miembros amputados si bien la normativa permite al paciente hacerse cargo de ellos una vez analizados y siempre a través de una funeraria. 

“Hace años no era algo tan infrecuente, por motivos religiosos o porque era una forma de pasar su duelo, se hacían enterramientos, sobre todo en las zonas del rural”, explican fuentes funerarias, quienes relatan  que “el servicio se sigue ofreciendo, aunque cada vez hay menos demanda”.  Para ello se utilizan cajas especiales, de menor tamaño, similares a las de restos cadavéricos, que tienen de largo el tamaño del fémur, el hueso más largo. Son de zinc aunque también las hay de madera, siempre con material impermeabilizado, mientras que en los casos de reinhumación o cremación, las cajas de restos son de materiales adecuados para dicho fin, según establece la normativa.

Como cualquier otro entierro, este duelo lleva aparejado un coste, que puede variar entre los 600 y 1.000 euros,  dependiendo de los servicios contratados.  Explican las mismas fuentes que el traslado es más sencillo,  no hay ceremonias ni suele haber floreso  velatorio, lo que reduce el precio “no se trata de un funeral al uso, solía ser el propio afectado el que estaba presente".

En cementerios como Pereiró o San Miguel de Bouzas no tienen registros recientes. “Ahora no se hacen”, explican desde Bouzas, donde cuentan, como en resto de camposantos con nichos más reducidos para restos, situados en las partes más altas o más bajas, así como ceniceros en el suelo, en el caso de que se entierren cenizas. 

El decreto de sanidad vigente en la comunidad de Galicia especifica que los restos humanos de entidad suficiente no requieren otro requisito para su enterramiento o cremación en la orden sanitaria que el documento que acredite la causa y el origen de dichos restos. 

La familia de Modesto, un vecino de Nigrán fallecido hace 30 años, relata cómo antes del fallecimiento sufrió la amputación de una pierna y se procedió a su enterramiento en el cementerio, “en el mismo nicho donde después descansaron sus restos”.  También en Mos, en el cementerio municipal, recuerdan a otro vecino que en los años 80 decidió dar sepultura también a una pierna que le fue amputada por enfermedad. Fue enterrado en el mismo nicho.  

 En la actualidad, la mayoría de afectados los deja en manos del hospital, que según confirman desde el Sergas se hace cargo de la eliminación. n

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