El mundo de la cultura lamenta la pérdida de uno de sus poetas más universales, que “se fue en silencio, como llegó”
La voz de Carlos Oroza se apagaba para siempre en la noche del sábado y hoy, lunes, el mundo de la cultura se prepara para despedir al último bardo y poeta maldito, el más universal de las letras españolas de las últimas décadas.
El autor de poemarios como “Eléncar” o “Cabalum”, hoy consideradas obras de culto, será velado en la Casa Galega da Cultura, que permanecerá abierta desde las 10.00 y hasta las 17.00 horas, aproximadamente, para proceder después a su traslado al cementerio civil de Pereiró, donde será enterrado sobre las 18.30 horas.
Carlos Oroza, que falleció a los 92 años de edad en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo —ciudad en la que vivió sus últimos 35 años— se fue “en silencio, como llegó”. “No quiso hablar con nadie en sus últimos días. Era una persona muy reservada y no quería que se publicase nada sobre su delicado estado de salud”, señaló, en declaraciones a este diario, su editor, Javier Romero, director de Editorial Elvira, quien lo acompañó en sus últimos momentos junto con la familia del poeta Uxío Noveneyra. “Éramos la familia que le quedaba”, comentó, muy afectado, Romero, quien también quiso agradecer el apoyo brindado en estos momentos por Antón Patiño y los también editores Bieto Ledo y Manuel Bragado.
Romero, amigo personal del poeta, calificó a Oroza de “persona inolvidable”. “A él le debo que me haya animado a lanzarme a esta aventura de crear una editorial”, dijo. Precisamente, la última edición de “Évame” (2013), la publicación más completa de los poemas de Oroza, revisados por el propio autor, era “de la que más se sentía satisfecho”.
La noticia de la muerte de Oroza saltó enseguida a las redes sociales y las reacciones no se hicieron esperar, con mensajes de escritores como Manuel Rivas o Agustín Fernández Paz o del CIFP de Pontevedra que lleva su nombre. El alcalde vigués, Abel Caballero, recordaba ayer que “murió un gran poeta de Europa, que hacía su poesía desde las calles de Vigo”. Y es que fue en esta ciudad, que aprobó recientemente dedicarle una calle, donde Oroza se refugió en busca de la luz de la bahía y de la palabra perfecta. n
