El carro tirado por bueyes volvió a Matamá en la Sementeira do Millo

El ‘carro de bois’ hizo una pequeña demostración y después dio paso al tractor para el arado del terreno. Es el momento más emotivo de la fiesta.
photo_camera El ‘carro de bois’ hizo una pequeña demostración y después dio paso al tractor para el arado del terreno. Es el momento más emotivo de la fiesta.
La parroquia viguesa vivió la décima edición de esta fiesta, en la que se volvió a sacar el carro tirado por bueyes

“Son novos e non teñen sentido. E son de gasolina, que se fosen a diésel sería máis fácil”. Salvador Oliveira “Sito” saca a relucir su retranca. Le cuesta conducir a Avispado y Cubano, dos grandes ‘bois miñotos’ de solo tres años, por la carretera que va desde el Torreiro hasta una finca próxima al Muíño da Regueira. Son pocos metros, pero en cuesta descendente, muy pronunciada para ir tirando de un carro.

 

 

Con este recorrido se iniciaba ayer, a primera hora de la mañana, la Festa da Sementeira do Millo, un encuentro con ese mundo rural vigués que ya prácticamente permanece en el olvido. “É moi bonito, pero eu non querería volver a isto, habendo como hai tractores!”, comentaba Pancho, un jubilado de Beade que no quiso perderse el evento que lleva 10 años celebrándose por estas fechas en Matamá, organizado por el Colectivo Malaherba y la Asociación Veciñal A Unión y que ya es toda una referencia como fiesta etnográfica.

Antiguamente, se sabía qué familia iba o venía de trabajar sus tierras por el sonido de las ruedas de su carro. El empleado ayer por Sito, que además transportaba, entre sus ‘estadullos’ o ‘fumeiros’, un arado Victoria, también dejó oír su canto. “Xa o trinquei eu para que cantase”, aclaraba este criador de bueyes de Coruxo, uno de los pocos que quedan en Galicia dedicados exclusivamente a las labores del campo y que cuenta con otros dos ejemplares más. “Fágoo como hobby, porque non compensa crialos”, apunta este invitado fijo a la fiesta de Matamá. 

No fue la única música que se oyó, ya que no faltó un grupo de música y baile tradicional que acompañó toda la ceremonia de preparación del campo para la ‘sementeira’ (siembra), que se iba a realizar por la tarde y en la que los niños y niñas serían los protagonistas. Tras un primer pase con los bueyes, la finca fue arada finalmente por un tractor. “O abono e a terra están moi soltos e así non fará falta usar o legón para desfacer terróns, que era como se facía antes", comenta Josefa Figueroa, una vecina de Matamá de 80 años a la que todos conocen como Mamá Chita. “Despois disto hai que pasar a grade”, dice, señalando a este apero en un pequeño museo al aire libre instalado junto al sembrado y en el que se podía ver, entre otros objetos, dos antiguas jaulas con gallinas y una ‘coroza’ o capa de paja para protegerse de la lluvia.

La jornada incluyó una comida con ‘pulpeira', puestos de artesanía y actuaciones y reunió a numeroso público: autoridades, muchas familias que querían mostrar a sus hijos cómo se vivía antes y vecinos veteranos que recordaron sus tiempos de dura infancia trabajando el campo. 

Te puede interesar