Un bosque en medio del mar

Al sur de la isla se ve Marín. Al norte, Combarro. La ría se abre al oeste y el litoral de Lourizán asoma al este.
photo_camera Al sur de la isla se ve Marín. Al norte, Combarro. La ría se abre al oeste y el litoral de Lourizán asoma al este.
Los visitantes ya pueden descubrir los tesoros que oculta la Isla de Tambo, un lugar emblemático de las Rías Baixas que a lo largo de su historia fue guarida de monjes benedictinos, piratas, corsarios y militares con lazareto y arsenal

Durante décadas, la isla de Tambo ha sido uno de los secretos mejor guardados de la Ría de Galicia . A lo largo de su historia ha ido cambiando en múltiples ocasiones de propietarios, públicos y privados, pero al contrario que otros paraísos insulares como Cíes, Ons o San Simón, las visitas nunca estuvieron permitidas, hasta este verano. 

Muy pocos privilegiados habían tenido el placer de poder pisar este asombrante territorio. Además, es uno de los pocos lugares del mundo que no se pueden ver a través de Google Maps. El gigante tecnológico pixela Tambo en sus mapas, probablemente porque las cámaras no podían llegar hasta ella. 

Todo el misterio ha acabado. Desde el pasado mes de marzo, tras un largo periodo de reclamos, la gestión de la isla regresó a manos del ayuntamiento de Poio gracias a un acuerdo de concesión del Ministerio de Defensa. Esta cesión hizo posible que la localidad pontevedresa abriese este verano las visitas guiadas a Tambo junto a las navieras de Mar de Ons y Pelegrín, eso si, con restricciones, porque lo primordial es preservar el patrimonio. 

Los fines de semana y festivos, del mes de agosto y septiembre, cuatro barcos diarios salen desde el puerto de Combarro hasta la isla con grupos organizados de 50 personas acompañadas de un guía. Para reducir el posible impacto negativo en la isla, las visitas no exceden las tres horas de ruta y antes de embarcarse se debe solicitar permiso al Concello de Poio.

La ciudadanía puede ahora conocer en primera persona, y de forma controlada, el patrimonio cultural y natural que alberga este misterioso lugar de las Rías Baixas. El primer mes de actividad de estas excursiones ha sido todo un éxito con visitantes locales como principales interesados.

En vista del próximo verano, ya se está trabajando en un plan estratégico para poner en valor los recursos de este paraíso insular, y favorecer una gestión ordenada de su turismo. 

¿QUÉ SECRETOS OCULTA TAMBO? 

Los relatos más antiguos y recientes de la isla se entrelazan entre el mito y la realidad, dando lugar a historias fascinantes de las que todavía quedan rastros visibles. 

Más allá de la belleza natural de este enclave insular, entre los principales atractivos del lugar destacan las ruinas de un viejo lazareto, los restos de la Iglesia de San Miguel y varias construcciones de uso militar que todavía mantienen en pie varias de sus estructuras. 

Aunque no se podía visitar, esta isla lleva siendo habitada desde hace mucho tiempo y utilizada para los fines más diversos. Cuentan las historias que por Tambo han pasado monjes benedictinos, piratas o corsarios de la talla de Francis Drake. 

Antes de ser devuelta al ayuntamiento de Poio este enclave fue ser arsenal y almacén de pólvora de la escuela naval de Marín. Sin embargo, su origen más remoto se vincula a la vida ermitaña y monacal, si bien hay constancia de la existencia de un castro perteneciente a la Edad de Hierro. 

Los diferentes hallazgos de Tambo dejan constancia de la historia habitada de la isla al menos desde el siglo VI, época en la que se habría fundado una ermita por orden del Obispo de Braga, San Martín Dumiense. Un siglo más tarde, el mismo lugar sería ocupado por un monasterio benedictino, obra de San Fructuoso y dedicado a Santa María de Gracia. En la actualidad, todavía se conserva parte de la capilla y una fuente. 

Todos estos lugares, que con los años se habían ido ocultando bajo las ramas de la maleza que cubre la isla, se encuentran ahora visibles, para que todo aquel que visite el lugar pueda disfrutar del rastro que dejó la historia. Y es que el paso del tiempo ha dejado huellas imborrables en la isla de Tambo, cuyas fronteras simbólicas se abren ahora al turismo controlado y responsable, permitiendo a los visitantes conocer de cerca el patrimonio vivo que se esconde entre los límites de este remoto lugar de la Ría de Pontevedra.

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