Doctor en Teología y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, Bert Daelemans, fue ayer el ponente invitado en el Seminario Mayor, durante la celebración de Santo Tomás de Aquino. Impartió la conferencia “Pintor del retrato de Dios: el Espíritu Santo y el quehacer teológico”, charla de la que también habló para Atlántico.
¿Qué importancia tiene el arte para la teología?
El arte puede tener mucho alcance, aunque está un poco olvidado. Cuando se contempla una imagen puede decirnos mucho. Es una perspectiva donde se implican varios sentidos y aspectos. Condensa la idea de lo místico.
¿Qué mensaje puede trasmitir el arte?
Siempre está en la búsqueda. La Iglesia anima a los artistas a reflexiones místicas, aunque últimamente lo ha abandonado. Es importante que se continúe para dar una visión y atender a las necesidades de la gente.
¿Existe esa colaboración entre artistas e Iglesia?
Es un papel muy limitado, debiera haber un nuevo espacio para crear juntos. Muchos artistas desconocen los símbolos y el vocabulario religioso en el arte, la iconografía tradicional. La relación entre el arte y la teología tiene que adaptarse a los nuevos tiempos.
En la Antigüedad sirvió en la clandestinidad, en la Edad Media permitió “leer” las Sagradas Escrituras a un pueblo analfabeto y en el Renacimiento creó nuevos códigos. ¿Cuándo fue la época dorada del arte religioso?
En todas las épocas hubo revoluciones y contrastes. Cosas que ahora nos parecen muy clásicas, entonces no lo eran. Es bueno conocer la historia y poner cada momento en contexto. El arte empezó con la humanidad y desde que existe nuestra religión también hay arte. Tenemos que fomentar el diálogo.
Hay religiones e incluso cristianos que limitan la representación de la divinidad. ¿Es una amenaza?
Los ortodoxos representan con sus dorados la gloria del cielo. Son los musulmanes y los judíos los contrarios a las representaciones. Ven peligroso imaginar a Dios como una figura, no es un concepto.
