La aventura del librero y el emblema del traidor
Juan Carlos Febrero, director de La Casa del Libro, cuenta la historia que su amigo Juan Gómez-Jurado tomó prestada para un bestseller
La novela ganadora del Premio Ciudad de Torrevieja 2008, El emblema del traidor, un bestseller con muchas probabilidades de ser llevado al cine, tiene su origen en una historia contada por Juan Carlos G. Febrero, director de La Casa del Libro, sobre una aventura de su padre. De ella, a Juan Carlos le queda un emblema másonico-militar de difícil tasación y oscura historia.
Punto de partida, una condecoración del III Reich que hoy podría llamar customizada, nazis, masones, náufragos, un gallego errante y, ahora, un bestseller. Juan Gómez Jurado ganó con El emblema del traidor el VII Premio de Novela Ciudad de Torrevieja, el segundo certamen literario, tras el Planeta, de mayor grosor monetario del país. La inspiración la encontró en La Casa del Libro de Vigo, o mejor dicho, en su director Juan Carlos González Febrero, a través de una anécdota que éste le relató al escritor sobre una vieja vivencia de su padre, Manuel González Pereira, también librero, cuando hacía la mili en la Armada a principios de los años 40. Con Cádiz como destino, tripulante en una patrullera en una noche de marejada en el Estrecho, unos náufragos en patera, cuatro muchachos rubios, grandes y con aspecto nórdico o teutón, piden el auxilio del barco, que los rescata y los desembarca suplican que no los dejen en España en Marruecos y...aquí nos encontramos con la versión novela o lo que en realidad pasó, una y otra misteriosas e ¿inconclusas?.
El librero y su no obsesión Tras convertirse El emblema del traidor en un bestseller la novelación histórica triunfa Juan Carlos G. Febrero atiende con buen humor a la prensa y hasta se ha pasado por el televisivo Cuarto Milenio de Iker Jiménez. Y es que Juan Carlos guarda de la aventura de su padre en aguas del Estrecho un emblema masónico (anverso) y militar (reverso) en oro y diamantes que intriga a tasadores e historiadores. En la novela, uno de los náufragos se la entrega a su padre con las misteriosas palabras verrat (traidor) y rettung (salvación). Pero no fue así, cuenta Juan Carlos en la librería. Mis hermanos y yo ya sabíamos que mi padre había estado en Machu-Pichu, el lago Titicaca, y sitios con nombres así de aventureros, pero un día, yo tendría 14 años, encontramos el emblema entre los collares y brazaletes de mi madre y nos contó, cuenta, a la vez que explica que la versión real, tras el naufragio resultó demasiado fantasiosa para Gómez Jurado. Unos diez años después de lo del Estrecho, en 1951 o 52, mi padre estaba en Bolivia, trabajando en una mina de oro, y tomando un café en La Paz un hombre se le acercó y dijo reconocerle explicándole que era uno de los náufragos. Tras esta introducción el hombre le pidió dinero cien dólares, que entonces eran algo, no sabemos si tendría problemas de juego y cogiéndoselo de la mano a Pereira le deja, en fideicomiso, el emblema dorado, con la promesa de devolución del dinero, a cambio de la medalla mañana en el hotel. No volvió a aparecer y de esa historia queda ahora la medalla masónica en una caja fuerte, explica Juan Carlos G. Febrero. Ni la historia quitó el sueño al padre ni ahora al hijo, que confiesa que sí se está aficionando a la iconografía masónica pero no como un freaki, tengo muchos libros que leer y que no tiene ni prisa ni pausa por averiguar el valor económico e histórico de la medalla, que ya le han intentado comprar, despertando así el interés por su verdadero valor. El mes que viene habrá una nueva tasación una metalografía en el Instituto Gemológico de Madrid su director, Antonio Nolasco, apuesta por la autenticidad de la pieza, pero Juan Carlos piensa más bien en un posible El emblema del traidor. The Movie, y ya le ha hecho prometer al autor, Gómez-Jurado, un estreno con alfombra roja.
¿Encargada por Hitler para Eichmann? Lo único que sabemos es que es una joya masónica de grado 32, el más alto en la jerarquía masónica, explica Juan Carlos G. Febrero, algo que le confirmaron miembros de la Masonería en una conferencia que celebraron en La Casa del Libro. Les enseñé una fotografía, pero no fue hasta que les dije que era de oro que llamó su atención, dice, ya que los emblemas masónicos son de latón o cobre, nunca de oro. Tasada por un joyero independiente hace años en 4.000 euros, si se sigue el mito, que entusiasma al escritor, Juan Gómez-Jurado, la joya podría haber sido encargada por Hitler para premiar a Eichmann, el arquitecto del Holocausto, por haber matado a 80.000 masones, una amenaza para el III Reich por su independencia como en España lo fue para el Franquismo. El valor de la joya una especie de burla a la austeridad masónica sería entonces, incalculable, basta decir que podría pasar del millón de euros en una casa de subastas como Christies, según un gran masón consultado por Gómez Jurado, que viajó por varios países europeos buscando pistas para su libro.
¿De Casablanca a Bolivia, como Klaus Barbie? Para Juan Carlos G. Febrero, puede ser cualquier cosa, no lo sabemos y por eso, además de que es de los hermanos, no puedo plantarme venderlo. A bote pronto se le ocurre una hipótesis. Los nórdicos de la patera de 1941 podían escapar de un campo de concentración en Italia, y querer salir por Marruecos o Portugal, evitando España como lo hicieron, para escapar a América Latina, refugio de muchos nazis (Klaus Barbie, el carnicero de Lyon) y también de gente que huia de ellos. Allí, el extranjero misterioso que da la joya a González Pereira en La Paz puede haber aprovechado su Cruz de Hierro para presumir con un emblema masónico de oro, evidentemente falso. Como su amigo Goméz-Jurado, Juan Carlos G. Febrero es rápido fabulando. Habrá que esperar, y quizá no mucho, ya que los derechos del libro ya han sido vendidos en Alemania y Reino Unido, y pronto lo serán en Estados Unidos. En estos países hay una gran especialización tanto en masonería como en insignias de guerra y quizá podamos averiguar algo más, aventura.
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