Los aficionados a la numismática resisten en la Plaza da Constitución

Manuel Mosquera muestra su colección de monedas en su puesto de la Plaza de la Constitución.
photo_camera Manuel Mosquera muestra su colección de monedas en su puesto de la Plaza de la Constitución.
Los coleccionistas se reunen todos los domingos para ofrecer e intercambiar billetes y monedas de otra época

La numismática requiere de mucha paciencia y tiempo. Es la premisa que indican los tres vendedores que ofrecen sus valioso género todos los domingos por la mañana en la Plaza de la Constitución. Coleccionar monedas y billetes antiguos de todas las partes del mundo parece una tarea complicada, pero una vez sabes donde moverte, el intercambio es más sencillo. Un arte que está en horas bajas, pero que se resisten a perder, abierto a todas las edades. 

José Suárez cuenta en su colección con más de 3.000 billetes: “Ahí están de todas las partes del mundo, y de todas las épocas”, aseguró. Comenzó su actividad coleccionista cuando se jubiló, hace cinco años y, aunque reconoce que cada vez son menos los que están, “es muy entretenido y no excesivamente caro. Compras, vender, intercambias…y así pasas el tiempo”. Su pasión tardía por el coleccionismo le hace pasas “horas y horas delante del ordenador, buscando y vendiendo billetes. Así me mantengo ocupado”, para, luego, juntarse con sus compañeros que comparten afición y charlar sobre sus adquisiciones. “Tengo uno de Cuba en 1896, de cuando pertenecía a España”, afirmó Suárez, muy orgulloso de su botín.  Incluso cuenta con billetes de países que ya han desaparecido a raíz de conseguir su independencia o varias tiradas antiguas de Tailandia, donde se refleja toda la vida del dirigente tailandés. El cuidado es lo más importante, con un forro que los protege de cualquier incidencia. 

Manuel Mosquera lleva 35 años coleccionando monedas. Aseguró que Internet “fastidió mucho, porque lo bonito de esto es juntarse en la plaza, y comparar lo de los demás puestos”. Después de tanto tiempo “quería dejarlo, pero los demás no me dejan hacerlo, poque sino esto se muere. Y no quiero que pase eso”.  Comenzó su andadura en la numismática vendiendo en Oporto, y ahora, “voy cada quince días, ya conozco los sitios y todo mi material es de allí. Vendía en mercados de Portugal y me enganchó muchísimo el mundillo".  Su pasión son las monedas antiguas, con varios maravedís de más de 400 años de antigüedad: “Es lo bonito de esto, tener la historia de España en tu casa a través de una moneda". Para Mosquera es muy importante el valor del producto, primero con una “buena conservación, y luego aprovechar cuando en un año se hacen pocas, porque es cuando se revaloriza la moneda”. Menciona con tristeza que “cada vez hay menos gente y se vende menos porque las piezas buenas hay que pagarlas”. 

Javi Estévez, otro coleccionista, aseguró que las monedas le han dado una enseñanza en materia histórica desde niño: “Con esto aprendes mucho de historia, porque te interesas sobre el nacimiento de la moneda y de su vida”. Una de sus piezas más llamativas es una moneda de gran tamaño de Panamá, conseguida a través de una convención celebrada en Salamanca, aunque “no podría quedarme con una, para mi son todas muy valiosas”. Lamentó que este arte se pierda porque “los jóvenes ya no están interesados en coleccionar. Se está perdiendo el reunirse en la plaza”, aunque, según Javi, “todas las provincias tienen su mercado numismático. Madrid cuenta con más de cien puestos”.  

El intercambio con otros amantes de la colección de monedas puede, a veces, ser duro. “Alguna vez te da pena desprenderte de alguna pieza a la que le has cogido cariño”, apuntó Javi, que matizó que a pesar de ser una pasión noble “hay algunas falsificaciones, y hay que tener cuidado con ello”.

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