Proxecto Home cumple 30 años en Vigo, donde se instaló tres años después de abrir su primera sede en Santiago. En estas tres décadas pasaron por el centro vigués más de 5.000 adictos. De ellos entre un 70 y un 75% consiguen superar su dependencia, según los datos aportados por la directora de la ONG a nivel gallego, Ofelia Deben. “Inaugurar en esta ciudad supuso facilitar la rehabilitación a mucha gente, que podía tratarse cerca de casa; ahora 30 años después mantenemos la misma ilusión”, apuntó.
Al igual que la sociedad, los usuarios de Proxecto Home cambiaron. Tal y como indicó Deben, en los años 80 y 90, el principal problema era la heroína, que fue dejando paso a la cocaína y a las drogas estimulantes. “El perfil social y cultural también evolucionó, si antes la mayoría pertenecía a un nivel con pocos recursos, ahora se extendió a cualquier extracto social, ya no se relaciona necesariamente con la delincuencia o con el VIH; por otra parte, la edad en que se inician en el mundo de las drogas cada vez es más baja”.
A partir de 1997 la ONG incorporó el tratamiento ante conductas adictivas que se iban normalizando en la sociedad como la dependencia de las TIC, las compras compulsivas, la adicción al sexo o a la ludopatía.
En sus instalaciones en Lavadores (Ramón Nieto, 245) cuenta con dos edificios. El primero, donde se encuentran los servicios sociales. Aquí tiene lugar la primera fase de acogida, la evaluación y el tratamiento. El segundo es la última incorporación dedicada a patologías duales, donde se tratan los adictos con alguna enfermedad mental. Al frente está un equipo multidisciplinar formado por 14 profesionales del ámbito social (psicólogos, trabajadores sociales y asistentes sociales), además de tres monitores nocturnos y los responsables de los talleres. “El método de Proxecto Home se basa en creer en la persona, detrás del problema de la droga hay todo un deterioro que hay que tratar”, afirma Ofelia Deben, quien advierte que los tratamientos son de largo recorrido, de 18 a 20 meses de media y donde las familias juegan un papel esencial. “Finalizada la rehabilitación suele haber un seguimiento de un año para acompañarlos en su reinserción y en el aprendizaje de vivir en la abstinencia”.
