Con el precio del alquiler disparado en Vigo ante la drástica reducción de la oferta, las opciones disminuyen al máximo. Los datos del Observatorio Galego de la Vivienda sitúan en 611 euros de media el desembolso en arrendamiento en la ciudad, lo que supone un incremento de 200 euros en una década. La situación, que mantiene los precios al alza, ha impulsado no solo el piso compartido sino también la habitación o incluso el colchón como alternativa para personas con menos recursos.
Según explican fuentes jurídicas de asesoramiento a personas en vulnerabilidad, han detectado la proliferación de casos en los que se paga por “un lado del colchón” en una habitación o incluso un sofá. Son las propias personas que alquilan una habitación las que subalquilan su espacio para poder hacer frente al coste de la renta y evitar el desahucio. “Estas personas, generalmente inmigrantes de forma irregular que llegan a Vigo para tratar de encontrar un trabajo con el que ayudar a sus familias, pueden llegar a pagar entre 150 y 200 euros por medio colchón”, afirman.
Las dificultades para acceder a una vivienda también están dejando aflorar otro fenómeno. Desde la oficina judicial explican que aunque los desahucios de okupas siguen siendo muy pocos, “entre dos o tres al trimestre”, se ha registrado algún caso en el que inquilinos que van a ser desahuciados por impago reiterado de cuotas cobran a otras personas sin hogar por quedarse con la vivienda, en la que acaban residiendo como okupas.
Por lo general, los desalojos se llevan a cabo sin incidentes. Son contadas las ocasiones en las que la comisión judicial tiene que echar mano de la Policía para poder ejecutar la orden. En la mayoría de situaciones de inquilinos morosos, si no hay una situación de vulnerabilidad, estos acaban abandonando la vivienda días antes de la notificación de lanzamiento lo que permite devolver al propietario el inmueble. No obstante, el proceso puede dilatarse en los juzgados civiles, con un exceso de carga de trabajo.
