Roberto, el vecino de Gondomar que adiestra a sus gallinas con música

Roberto Otero, vecino de Chaín.
photo_camera Roberto Otero, vecino de Chaín.
El prejubilado de Chaín pasa horas y horas con sus compañeras, que lo siguen allá donde va y viven ‘a todo tren’

Hace no demasiado tiempo se pusieron de moda los programas televisivos en el que el protagonista con un alarde de maestría corregía en muy poco tiempo malos hábitos o manías en mascotas que dueños no eran capaces en meses. Roberto Otero Domínguez no es César Millán ni tampoco está especializado en solucionar problemas de conducta en perros, lo suyo son las gallinas. A día de hoy y sin saber muy bien por qué presume de tener unos animales de compañía cuanto menos singulares y que lo siguen allá a donde va, una de ellas subida incluso a su hombro. Se llama Chicha y es una gallina “ponedora”, pero también están Blanquiña, Rosiña y Quica. “Siempre hay algunas peculiares”, explica. 

Sin embargo, esta relación puede entenderse mejor desde dentro, como prejubilado dispone de mucho tiempo libre que pasa entretenido desde su taller situado en un terreno anexo a su finca situada en el núcleo gondomareño. Dentro de este recinto tiene el corral que supera con creces los 100 metros cuadrados que si se examina con detenimiento ayuda a comprender la complicidad que sus compañeras de rutina tienen con él. Para empezar aquí la suciedad brilla por su ausencia, todos los días limpia a conciencia los diferentes espacios donde en total alberga a 16 ejemplares, trece ponedoras, un gallo y dos del país. Una vez que remata y todo está libre de excrementos extiende un manto de hierba por el suelo. Pero los detalles no terminan aquí, los comederos están adaptados y en ellos echa una mezcla que antes “cocina” compuesta por cereales y “magarza” de río, trébol y hierba que corta en juliana como si de una ensalada se tratase. También coloca hojas de berza en diferentes puntos para que ellas “piniquen” y en función de la temporada, sandías, manzanas o incluso tomates. Echa todo a partes iguales cuidando de que las gallinas veteranas no abusen de las ‘novatas’ porque según asegura sus compañeras son muy jerárquicas, así todas pueden comer. 

Cada estancia cuenta con un recorrido fabricado con tablillas, los ponederos y además de iluminación, bebederos con agua corriente mediante tuberías controladas por válvulas de paso, cortinas y estores para mantener a raya al sol, ventanas abatibles para favorecer el flujo de aire e incluso calefacción que conecta mediante un programador en las noches más frías. En verano hace a la inversa con ventiladores. Además para que no se estresen les pone la radio todos los días. “La música no puede faltar”, explica entre risas, mientras suena de fondo la emisora Verbena FM.  “Para mí los animales son fundamentales y todo lo que pueda hacer para que estén mejor lo haré”, aclara. 

Las rutinas de Roberto y sus compañeras no entienden de domingos, festivos ni fiestas de guardar. Los días empiezan a las 8,30 de la mañana, les prepara un plato que repite cuatro veces al día, desayuno, comida, merienda y cena. A lo largo de la mañana cuando están todas fuera les abre la cancilla y las saca a pasear, su recreo, mientras está con ellas siempre acompañado de un palo que utiliza para “garabellar” en el suelo en busca de lombrices. “No sé muy bien por qué pero me hacen caso, será porque pasamos mucho tiempo juntos”, aclara. Para Roberto es una obligación, esté donde esté sabe que a determinadas horas tiene que ocuparse de sus gallinas y nunca falla, por muchos años. 

Todo hecho en casa y no por ello menos efectivo

Roberto es un auténtico artista, aprovecha sus conocimientos en albañilería y carpintería, a lo que se dedicó profesionalmente, para fabricarlo todo en casa. Todo lo que hace parte de materiales reciclados y no por ello funcionan peor, todo o contrario. Estores funcionales con el mismo sistema que los que se pueden encontrar en tiendas, comederos diseñados para que las gallinas tiren lo mínimo por el suelo y protegidos con goma de manguera; ponederos fabricados con retales de madera contrachapada rematados con ribetes metálicos para que no hinchen con la humedad, hasta tienen ventanas y tejados imitando a teja. La zona trasera está abierta pero cubierta por zonas con toldos para tener sol y sombra, y todo el recinto está protegido con verjas para evitar las tentaciones de los depredadores. 

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