La crisis sanitaria les obligó a desdoblar monitores, redistribuir las instancias del complejo y suspender actividades en el exterior
Para el centenar de usuarios del Centro Juan María de Parada en Nigrán la pandemia ha puesto patas arriba su actividad diaria, sobre todo las que se realizan en el exterior. Aún así no cesaron en su empeño, tras permanecer cerrados varios meses ahora comienzan a ver la luz al final del túnel y poco a poco planean su vuelta a la normalidad.
Mientras tanto, la vida en el complejo continúa tratando de mantener su dinámica dentro de un contexto tan anómalo que pone serias trabas a las relaciones interpersonales más allá del recinto compuesto por los Centros de Educación Especial, de Empleo, de Día y Ocupacional. Luisa Rouco dirige los dos últimos que son los que más movimiento tienen al estar orientados a potenciar las capacidades básicas y el desarrollo de aptitudes laborales y de vida independiente de 67 personas. Incide en el parón de las salidas y en la reestructuración interna de las diferentes estancias a fin de cumplir con las normas sanitarias impuestas, en donde día tras día tanto alumnos como usuarios hacen vida. Algo que obligó además a desdoblar al personal que se ocupa de ellos con la designación de nuevos monitores de referencia y que hasta ahora se ocupaban de acciones concretas. “Se paralizó completamente la actividad de puertas para afuera, desde las gestiones cotidianas como ir al súper, al banco o a Correos como las actividades lúdicas y deportivas de exterior como por ejemplo vela o piscina. Para nosotros fue tremendo aunque todos asumieron las nuevas normas sin ningún tipo de problema”, incide.
Pese al bache impuesto, desde el centro siguen impartiendo sus talleres de carpintería, manualidades, ecotaller, jardinería y manipulados en donde van rotando. Asimismo están desarrollando varios proyectos orientados al medio ambiente, relacionados con Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, de ocio y tiempo libre y otro denominado "Reporteros en red" pensados para integrar a sus participantes en la sociedad, inculcarles valores o la importancia de la ecología y siempre partiendo de su visión. Desde hace varios años se encargan de la recogida de tapones en punto determinados de Nigrán como el pabellón de Panxón, consistorio, piscina y diferentes colegios. A su vez los usuarios dan charlas en centros educativos sobre la importancia de no desechar estos elementos, aunque ahora mismo está paralizada por el covid. Otra de ellas en marcha es la de gestión de residuos en donde sus miembros hacen el papel de auditores y es que las posibilidades son muy amplias. Todo gracias al esfuerzo de los docentes y familias además de las diferentes subvenciones que reciben de las administraciones desde su fundación en 1984. n
