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El bosque de hadas de As Rasas

La vegetación aquí se extiende a lo largo y ancho del río, los comuneros se encargan de mantenerla 'a raya' para que no se convierta en zona impracticable.
photo_camera La vegetación aquí se extiende a lo largo y ancho del río, los comuneros se encargan de mantenerla 'a raya' para que no se convierta en zona impracticable.
En pleno corazón de Couso los molinos de As Rasas se distribuyen en un recorrido circular de 9,3 kilómetros de naturaleza en estado puro, de su mantenimiento se encarga la Comunidad de Montes en Mano Común
 A pocos kilómetros del centro de Gondomar se encuentran los Molinos de As Rasas emplazados en una ruta de senderismo circular de 9,3 kilómetros de longitud que discurre por el río que lleva su mismo nombre y el Matalagartos. Las construcciones, un total de 9, datan de 1752 y están contextualizados en un entorno espectacular en donde la vegetación campa a sus anchas hasta el punto que por momentos el recorrido que nace y muere en la casa vecinal de la parroquia gondomareña se vuelve sombrío y muy húmedo. Esto es precisamente lo que lo hace especialmente atractivo y nos traslada a un contexto natural puro y virgen conservado por la Comunidad de Montes en Mano Común de Couso, que desde su puesta en valor en 2010 vela por la integridad del conjunto realizando tareas de limpieza de manera periódica además de encargarse de la señalización del recorrido. El presidente de la entidad, Xose Antón Araúxo, incide en la riqueza del lugar para el que tienen pensado proseguir con la musealización del espacio con la instalación de puntos informativos sobre el terreno de un conjunto etnográfico que cuenta con varios siglos de antigüedad a sus espaldas.     
Para poder completar el recorrido con éxito es muy importante seguir las señalizaciones existentes. Combina tramos de monte con otros de carretera y en él los molinos en los que antaño se molía el maíz alternan con riachuelos, numerosas canalizaciones de agua, puentes e incluso pequeños acueductos como el del "Muiño do Casal" que se encuentra aproximadamente en el kilómetro 7 del sendero. A poca distancia de este se encuentra otro llamado el de "A Rañada"  en un estado de conservación relativamente aceptable. Ambos tienen los tejados semiderruídos aunque conservan parte la maquinaria mecánica que se pueden apreciar entre los restos del interior. Las muelas  están prácticamente intactas y en uno de ellos se observa un mecanismo metálico  instalado probablemente a posteriori para regular el caudal de entrada del agua mediante un sinfín que abre y cierra una compuerta. 
El cauce fluvial aquí es muy sinuoso con pequeñas cascadas, piedras  cubiertas de musgo y troncos que comunican uno y otro lado del río. Los de Couso son una muestra de unos de los elementos más característicos de nuestra tradición sobre los que giran multitud leyendas e historias. En el S. XVIII se contabilizaban más de 8.000 elementos distribuidos por los ríos de todo el territorio gallego. Eran pues, lugares de trabajo pero también puntos de reunión, de refugio, de charla  y esparcimiento. Su uso favoreció al desarrollo de las economías de subsistencia de hace siglos. Además le da el nombre a la danza popular por excelencia: la Muiñeira. 

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