TRIPLE SALTO

Salta, corre, baila y llora

Ana Peleteiro posa con la medalla de bronce
photo_camera Ana Peleteiro posa con la medalla de bronce.
Triple salto a la gloria de la atleta de Ribeira que logra el bronce y bate dos veces el récord de España en una final de gran nivel: la ganadora logró la plusmarca mundial. “Llevo toda la vida soñanado con esta medalla y ahora no puedo parar de llorar”, señaló Peleteiro

Ana llora. Más y más, y es buena señal. Son lágrimas de felicidad, que llegan tras correr, saltar y bailar. Es el ritual atlético, deportivo, vital, de la todavía joven de Ribeira, que a los 25 años cumplió lo que prometía la juvenil que en 2012 conquistó el Campeonato del Mundo júnior en Barcelona. Obtuvo el bronce en los Juegos Olímpicos, los primeros que disputó y en los que tocó la gloria para hacer récord personal, de Galicia y de España. Y, tuvo que hacerlo en dos ocasiones porque a ello la obligó la jamaicana Shanieka Ricketts (cuarta), que puede que también haya llorado ayer, pero sin cámaras, sin baile, sin felicidad. 

Y Ana llora mucho. No para, como lloró en aquel Campeonato del Mundo siendo una preadolescente. Aunque en aquella ocasión ya lo hacía entre saltos. Ayer, en la ya noche japonesa y pasado el mediodía en Galicia, lo hizo tras completar todos sus saltos. Cuando ya era seguro ese metal de trabajo, espera, lesiones, fustraciones… Y, a muchos kilómetros del lejano oriente, en el noroeste español, estará asociado a la comida familiar del domingo. A un primer día de agosto de llovizna que en años precovid estaba marcado por fiestas populares, romerías vikingas y demás acontecimientos. El de 2021 vendrá a la memoria por la medalla de Ana Peleteiro en el atletismo olímpico, cuando el familiar (probablemente el cuñado) preguntaba una y otra vez cuántos saltos eran y se emocionaba o lamentaba, como nunca había hecho antes, con cada cambio de posición a pesar de que era la primera vez que escuchabla hablar del triple.

Y Ana Peleteiro salta, mucho y bien. También corre, rápido y ordenado. Esta es la clave de su éxito. Está fuerte, está ágil y está veloz, como siempre lo fue, pero ahora con calidad. Hay método y la pausa eléctrica necesaria para irse lejos en el triple salto. Lo más largo que se marchó toda su vida. 

Corre y salta Ana Peleteiro como ya lo  hacía en sus años de infancia bajo la tutela de Abelardo Moure. Cuando lo hacía por placer, por pura felicidad. Ahora el contexto es distinto, está en la ilusión de su vida, en todos unos Juegos Olímpicos. Y, sí, es su sueño pero también el de Patricia Mamona, la portuguesa de 32 años, que comienza con 14.91 para la plata. Porque, por delante, no es que corra y salte, directamente levita en el pasillo la venezolana Yulimar Rojas en busca del récord del mundo. Compañera de entrenamientos y confidencias en Guadalajara de la de Ribeira bajo la batuta de Iván Pedroso, mito atlético cubano y ya entrenador adorado en Venezuela y España. 15.41 en el primer salto, que es de oro y va camino de récord del mundo. 

Peleteiro comienza con 14.55, todavía sin podio. Por delante también está la cubana Povea (14.70). No pasaría de la quinta posición porque en el segundo salto la de Ribeira toca el bronce con récord de España (14.77). Parecía hecho pero quedaban intentos por delante para las rivales y no fue Povea la que apareció. Resurgió la jamaicana Ricketts tras dos nulos para, pasado el ecuador de la final, firmar 14.84, mientras que Mamona asegura la plata (15.01). 

Quedaban dos saltos para Peleteiro. Tiene que volver a correr y a saltar. Y es necesario hacerlo un poco más fuerte y más largo. Y, para sorpresa de muchos y alegría del familiar (que comienza a entender que el triple son tres saltos y no uno mientras selecciona el pollo del cocido), la de Ribeira se marcha hasta el bronce con 14.87. Tiene que esperar unos minutos, hasta que nadie la supera en el sexto. Y ahí sí, Peleteiro ríe, y baila con el récord de mundo de Rojas, la amiga que cierra la final con 15.67. Recuerdénlo, es histórica. Se abrazan, disfrutan. 

Salta, corre, baila y, sobre todo, llora Ana Peleteiro. De felicidad absoluta. Y no para, y sigue llorando. Y el bronce se empapa, qué alegría. La medalla y la tarta de Santiago.

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