El ciberacoso causa una mayor victimización que el acoso tradicional

Una joven consulta su teléfono móvil, uno de los dispositivos más usados por los “acosadores”.
photo_camera Una joven consulta su teléfono móvil, uno de los dispositivos más usados por los “acosadores”.
El ciberacoso tiene características que lo hacen diferente del acoso tradicional, entre otras que es sistemático, y provoca mayor victimización porque el afectado se siente más indefenso.

El ciberacoso, que puede realizarse durante las 24 horas del día y los siete días de la semana a través de internet, teléfonos móviles o redes sociales, tiene unas características propias que le diferencian del acoso tradicional ya que se lleva a efecto de una forma más sistemática, estable y provoca una mayor victimización porque la persona afectada se siente más indefensa ante la situación.

Así lo asegura el responsable de menores en el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), Manuel Ransán, quien asegura que  el plano digital favorece la aparición de conductas abusivas debido al pseudoanonimato que tiene internet, ya que “puede hacer sentirse poderosos a los acosadores y darles sensación de impunidad”, aunque incluso sin anonimato “el simple hecho de no estar en contacto con una persona, de estar detrás de una pantalla, hace también que los jóvenes se comporten de manera más desinhibida”. También, al no estar en contacto con la víctima “es más difícil desarrollar la empatía, ser consciente del daño que se está causando, que es el primer mecanismo que un acosador tiene para cesar es sus comportamientos de hostigamiento”, según añade.

Según el experto, el ciberacoso provoca un aumento de la victimización: “Hay un acceso 24/7 total a la víctima, con dispositivos como los teléfonos móviles o redes sociales, estamos conectados permanentemente y los acosadores tienen siempre la facilidad o posibilidad de llegar hasta la víctima en cualquier hora del día y en cualquier espacio”, lo que ayuda a entrar en una “espiral de estrés y genera esa falta de autoestima tan perjudicial”.

Otro aspecto de este problema es la viralidad, la permanencia en el tiempo y las audiencias ampliadas que facilita internet, y puso como ejemplo que un “video ridiculizando a un chaval se propaga fácilmente por la mensajería instantánea, llega a mucha gente en poco tiempo y es sumamente complejo de retirar y eliminar, pudiendo aparecer al cabo de muchos años”. Además, algunos jóvenes son conscientes de que se ha grabado un video humillante de ellos pero no saben que difusión ha tenido, lo que genera una sensación de incertidumbre y contribuye al rechazo social y la victimización, y en otras ocasiones no son conscientes de quien o quienes son los acosadores, lo que hace mermar su capacidad de socializar.

Manuel Ransán explicó además que tras el verano, el Observatorio Estatal de Convivencia Escolar publicará un documento con las recomendaciones para la mejora de la ciberconvivencia en los centros educativos, en el que se destaca la importancia de trabajar la integración de los aspectos digitales en los marcos normativos de los centros.

Según explica, documentos como el plan de convivencia o el reciente plan digital de centro sirven de guía para orientar la relaciones entre los miembros de la comunidad educativa y sobre cómo integrar aspectos de ciberseguridad en las infraestructuras del centro o en sus servicios digitales en aspectos como gestión contraseñas o el cifrado de información sensible.

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