Las tecnologías, enemigas de los hábitos correctos del sueño
El insomnio es entre un 40 y un 70% más común entre las mujeres y entre las personas mayores
La presidenta de la Sociedad Española de Sueño (SES), Milagros Merino, incidió en la influencia del uso de las nuevas tecnologías en proporción al aumento de los problemas del sueño, al que perjudica la luz artificial en horario nocturno, tanto en adultos como en adolescentes.
Lo señaló con motivo del XXX Congreso de la SES que desde ayer se celebra en Pamplona, donde más de 300 médicos, personal de enfermería y técnicos expertos exponen los últimos avances en la medicina del sueño, un área multidisciplinar que se ocupa de los problemas que afectan a un tercio de la población, tanto adulta como infantil, con más de 80 patologías distintas.
Así, pese a que es el más conocido, el síndrome del insomnio es tan solo una de los seis grandes grupos de trastornos del sueño, que afecta a entre un 7 y un 10% de los pacientes que tratan, mientras que el resto están aquejados del síndrome de Piernas Inquietas, apneas obstructivas de sueño, narcolepsias (afección rara, pero de diagnóstico en alza), parasomnias como sonambulismo o terrores nocturnos, y trastornos del ritmo circadiano, que desajustan el sueño.
Algunos de estos problemas son de relativa fácil solución, señala Merino, que como ejemplo pone el de “muchos adolescentes que al tardar en dormir chatean con el teléfono móvil, la luz de la pantalla retrasa su sueño, se levantan cansados, empiezan a suspender, les tachan de vagos….”.
“A lo mejor el problema es reajustar eso, y se puede hacer con muy poco, ni siquiera hay que utilizar fármacos sino suplementos nutricionales”, indica.
"Enganchados al móvil"
Especialista en neurofisiología clínica en el Hospital Universitario La Paz y en el Ruber Internacional, su experiencia en la consulta le habituó a ver a padres que consideran que su hijo está “enganchado al móvil. Pero los hijos hacen lo que ven”, el uso que también los padres hacen de estas tecnologías.
“En el siglo XVII se iban a la cama cuando se ponía el sol. Luego se inventó la bombilla, las televisiones, el prime time, los ordenadores, los teléfonos móviles… Todo eso va redundando en el sueño porque cada vez estamos más contaminados de luz de noche, que es la mala”, dice.
En cualquier caso, el insomnio es solo una de las patologías del sueño, una función que se activa por mecanismos cerebrales pero que también se puede ver afectada por problemas respiratorios y de otro tipo.
Por ello, en la medicina del sueño están implicados neumólogos, otorrinos, neurofisiólogos, psicólogos, psiquiatras, pediatras, técnicos, dentistas, cirujanos maxilofaciales. “Todos partimos de sitios diferentes y hemos convergido a un punto común”, dice. Apunta también que “ser mujer es un factor de riesgo”, de forma que, por ejemplo el insomnio, es entre un 40 y un 70% más común en las mujeres que en los hombres, algo condicionado por la oscilaciones hormonales y, con la edad, por la pérdida de hormonas en la menopausia.
En cuanto a la edad y al tópico de que los mayores tienen más problemas para lograr un mejor sueño, Merino advierte de que en muchos casos es la pérdida de la rutina horaria a la que obliga el trabajo la que favorece estos problemas, unidos a la menor actividad que se tiene en la jubilación.
“A veces eso es lo que provoca el problema de sueño, pero aparte está la artrosis, el párkinson, las medicaciones…”, dice para apuntar solo algunos de los muchos condicionantes para lograr un sueño reparador.
Preguntada sobre si muchas de estas patologías están asociadas a hábitos de la sociedad actual, considera “complejo” determinarlo, dado que hace un siglo el sueño no se analizaba a nivel clínico.
De hecho, reitera que el uso de las nuevas tecnologías empeoran estos hábitos correctos, “pero sin ellos también habría apneas obstructivas del sueño, una patología que tenía por ejemplo Enrique VIII o que ya Dickens describía en uno de sus libros”, en el siglo XIX.
En cuanto a los avances en esta área, valoró que los hay tanto en tecnología, como en el plano farmacológico, con medicamentos con menos efectos secundarios.
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