El núcleo interno de la Tierra todavía rota con normalidad

Vista del planeta Tierra desde el espacio exterior.
photo_camera Vista del planeta Tierra desde el espacio exterior.
Un equipo científico desmiente la teoría china sobre que su movimiento podría haberse detenido

El núcleo interno de la Tierra es el lugar más inaccesible de nuestro planeta, con unas condiciones que son extremas: su temperatura puede superar la de la superficie del Sol. Es una bola sólida de hierro y níquel que rota, al igual que el resto de las capas terrestres. ¿Se ha parado este en seco? La respuesta es no. En todo caso ha decrecido su velocidad y está “descompensado” con la velocidad de giro del resto del planeta -mínimamente-.

Así lo dice un reciente artículo publicado en la revista Nature Geoscience liderado por Xiaodong Song y Yi Yang, de la Universidad de Pekín. Si bien en ese estudio los científicos hablan de un “parón reciente” y de que la rotación del núcleo podría estar “invirtiéndose”, esto no quiere decir que se haya parado de repente ni que esté girando en sentido contrario a la superficie terrestre.

Hay matices, y uno de ellos es que se trata de velocidades relativas (respecto a otro objeto) y de una inversión de tendencia, explica Maurizio Mattesini, catedrático en Física de la Tierra de la Universidad Complutense de Madrid e investigador del Instituto de Geociencias (IGEO), del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para quien “escudriñar el núcleo interno es importante para conocer la dinámica del planeta y su estado de salud”.

La primera investigación en hablar de superrotación es de 1996 -también estaba involucrado Song-, aunque estudios posteriores han dicho lo contrario (hay incluso una minoría que sostiene que no se dan distinciones en la rotación). Datos hay suficientes, pero las diferencias son tan sutiles que dan cabida a la discusión científica.

El último estudio de Nature Geoscience concluye que el núcleo, desde 2009, se habría frenado hasta alcanzar la misma velocidad de rotación que las capas más externas o incluso una velocidad ligeramente inferior. Estas diferencias de velocidades relativas son muy pequeñas, explican los científicos del IGEO en su tribuna.

Como ejemplo, un coche a 120 kilómetros por hora al que le adelanta otro a 121. “Por la ventanilla veremos que nos va adelantando poco a poco. Si el otro vehículo frena y se pone a 120 kilómetros por hora lo veremos ‘inmóvil’ junto a nuestro coche, aunque sigue moviéndose, al igual que nosotros”. 

De la misma forma, el núcleo se habría frenado y, ahora, al rotar a la misma velocidad que el manto y la corteza, desde la superficie terrestre lo veríamos parado. Gracias al registro geológico, explica en Twitter el IGEO, se sabe que los años en el pasado geológico duraban más días, es decir, la Tierra giraba más rápido y por tanto los días eran más cortos (en el Mesozoico duraban 23 horas). 

Esto se debe a que la Luna se aleja de nosotros a razón de 3.82 centímetros por año y su efecto es la ralentización de la rotación, imperceptible a escala humana. El nuevo estudio detectó que la velocidad con la que la Luna estaba frenándose experimentaba valores anómalos. Mediante la propagación de ondas sísmicas de terremotos se observó que podía deberse a la rotación diferencial del núcleo. 

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