SALUD

Microalgas, el futuro de la alimentación mundial

Cultivo de espirulina, la microalga de agua dulce, en una piscina.
photo_camera Cultivo de espirulina, la microalga de agua dulce, en una piscina.

n n n  Científicos del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) lideran el proyecto europeo ProFuture para desarrollar tecnologías de cultivo de microalgas, un producto que permitiría aumentar un 70% la producción de alimentos en 2050 sin dañar los ecosistemas del planeta. El proyecto, que tendrá una duración de cuatro años y está dotado con 7,78 millones de euros, está financiado por el programa de la UE Horizonte 2020, de apoyo a la investigación e innovación.
El investigador del IRTA y coordinador de ProFuture, Massimo Castellari, explicó que las microalgas permiten obtener alimentos nutritivos ricos en proteínas, más sostenibles, desde pasta y pan a barritas energéticas o pienso para animales, lo que facilitaría alimentar a los 10.000 millones de personas que tendrá el mundo en el año 2050.
La FAO calcula que el incremento de la población supondrá también un aumento de un 70% de la demanda de alimentos, lo que es una amenaza para los recursos naturales y la disponibilidad de tierra para cultivar. Por eso, las microalgas que forman parte del fitoplancton son unas candidatas prometedoras para contribuir a solventar este reto, por su elevado potencial de valor nutricional y su baja huella ecológica, según los científicos, que buscarán desarrollar tecnologías de producción de microalgas, más sostenibles y competitivas, con las que obtener alimentos ricos en proteínas, nutritivos y con un menor uso de nutrientes químicos y energía.

cultivo en piscinas
Las microalgas son organismos unicelulares que pueden cultivarse en grandes piscinas abiertas o en biorreactores, y que principalmente requieren de luz solar, temperaturas elevadas y nutrientes inorgánicos para crecer, con un consumo de tierra y agua dulce inferior al del cultivo de otras proteínas vegetales.
Tienen una capacidad productiva muy elevada y permiten obtener una biomasa rica en proteína y grasas que, transformada en harina vegetal, se puede utilizar para fabricar alimentos como pasta, pan, piensos, sopas o barritas energéticas. "El problema con las microalgas hoy en día es que, a pesar de que se llevan estudiando desde hace años en Europa sobre todo para la producción de biofuel, su producción sigue siendo limitada y no acaba de estar al 100% industrializada, lo que hace que el precio del producto sea alto", dijo Castellari. Solventar ese escollo es el objetivo del proyecto. 
Para llevar a cabo la investigación, seleccionaron cuatro especies de microalgas muy productivas, dos de agua dulce (Lemon/lightly Chlorella vulgaris y Arthrospira platensis, es decir, espirulina) y dos marinas (Tetraselmis chui y Nannochloropsis oceanica). 
Según Castellari, la fase inicial se implementará en plantas piloto en Portugal, en colaboración con universidades y centros de investigación, y luego se escalará gracias a nueve pequeñas, medianas y grandes empresas de alimentación de siete países europeos. Una vez cosechadas estas microalgas, se secan y se obtiene con ellas una especie de harina, que es el ingrediente principal para el mercado. 
Uno de los inconvenientes de este ingrediente es que tiene un gusto muy marcado y aporta una coloración verde a los productos, como sucede con la pasta o el pan enriquecidos con espirulina."Nos proponemos desarrollar algún ingrediente más purificado, que nos permita mejorar la textura, la apariencia, el sabor y también el aroma", detalla.n

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