De ensenada a salina de San Simón, los efectos del cambio climático

Antón Lois, educador ambiental, asegura que la ensenada tarda mucho en renovar sus aguas lo cual está provocando un aumento de la salinidad en sus aguas hasta el punto de que pasará a ser como una gran salina

Publicado: 05 nov 2023 - 08:30 Actualizado: 05 nov 2023 - 10:43

Según Antón Lois, la ensenada de San Simón acabará convirtiéndose en una gran salina debido a la pérdida de profundidad y al aumento de las temperaturas.
Según Antón Lois, la ensenada de San Simón acabará convirtiéndose en una gran salina debido a la pérdida de profundidad y al aumento de las temperaturas.

Antón Lois, vecino de Arcade y educador ambiental, es miembro de la asociación ecologista “Amigos da Terra” con la que lleva 20 años luchando y fomentando el nacimiento de una sociedad que sea respetuosa con el medioambiente. Con esa experiencia, Antón Lois es conocedor de los efectos, ya visibles, que el cambio climático está teniendo en la Ría de Vigo y, por lo tanto, en la Ensenada de San Simón.

Antón comenta como el calentamiento de las aguas de las rías ha traído especies que hasta el momento se veían limitadas por las temperaturas, como las carabelas portuguesas.

El ecologista cuenta que la ensenada de San Simón es “prácticamente” una laguna, solo abierta por Rande, por lo que el agua tarda mucho en renovarse. Este factor, sumado a su fondo lodoso, está generando que la ensenada se “hiperfertilice”, por lo que el alga zostera marina colonizó el fondo marítimo haciendo que este se vea verde “como una pradera” cuando la marea está baja, una situación que ha afectado a la especie más querida en Redondela: el choco.

“La cofradía de pescadores hizo el experimento del bosque de pinos para el desove de los chocos y, afortunadamente, salió bien porque la especie ya no tenía donde criar”, relata Antón. También apela a los altos niveles de salinidad en la ensenada, que acabara causando que cada vez haya menos especies en la zona.

Antón relata como esta salinidad y falta de renovación del agua, acabará generando una gran salina a la cabeza de la ensenada, similar a la que hubo en su día en Vilaboa. “Cada vez se están acumulando más sedimentos por lo que en unos años será posible ir andando de Arcade a San Adrián de Cobres por la ensenada, con el agua solo por las rodillas. Esta poca profundidad, con el sol incidiendo, más las altas temperaturas (cada vez más comunes), replican a la perfección el funcionamiento de unas salinas”, explica el ecologista.

La contaminación heredada también tiene su hueco en esta historia. “Aunque todavía hay algún vertido puntual, como el de Soutoxuste o los que tiene la depuradora de Arcade, la situación no tiene nada que ver con hace 30 años”, asegura el ecologista, que destaca los vertidos de la fábrica de la Pontesa como los de mayor peso en la ría. “Esos vertidos llevaban mucho plomo y, a día de hoy, siguen en el lecho de la ensenada”, afirma.

Antón no tiembla al decir que las instituciones y ayuntamientos con acceso a la ensenada son los primeros que deberían “predicar con el ejemplo”. “Un concello no puede decirle a los ciudadanos que deben estar unidos a la red de saneamiento y que luego sean ellos los primeros en tener vertidos”, destaca. “La ley medioambiental, tanto la autonómica como la europea, son muy buenas y las instituciones deberían ser las primeras en seguirla”, sentencia.

Finalmente, Antón tiene esperanza, ya que ahora la gente está “más concienciada y conoce las consecuencias de toda la problemática medioambiental” y apela a que se dé un paso hacia la “acción”.

“No nos queda mucho tiempo para evitar las consecuencias”

Antón se remite al informe Climgal, elaborado por la Xunta hace ya 12 años, en el que se recopilaban todos los datos ya existentes sobre las evidencias del cambio climático en toda Galicia. “En aquel documento se señalaba que la temperatura del agua de las rías gallegas pasó de los 17 a los 18 grados. Puede no parecer mucho, pero ese grado de diferencia generó que una especie vital para las rías como las algas laminarías, esenciales como comida y refugio de muchas especies, desapareciera. Ahora solo las vemos cuando una gran borrasca la arrastra de mar adentro”, cuenta el educador ambiental.

Antón cuenta como este aumento de las temperaturas, y pérdida de las corrientes de aire frío, están generando una pedida de zooplancton y fitoplancton de la ría, algo que está generando que especies como la sardina o el pulpo empiece a desplazarse más al norte por la falta del frío y de su alimento. También cuenta como el aumento exponencial del nivel del mar, que hace años era de 2 o 2,5 centímetros por década, está haciendo que las playas estén desapareciendo, como pasará en breves con la de Rodas, en Cíes, algo que “nuestra generación llegará a ver”.

“La conclusión del cambio climático y mensaje que hay que transmitir es que hay una buena y mala noticia", cuenta Antón. “La mala noticia es que ya hemos cambiado el clima, lo pudimos evitar, pero perdimos la oportunidad. El clima ya lo hemos cambiado. La buena noticia es que estamos a tiempo de evitar las consecuencias catastróficas del calentamiento global, pero no nos queda mucho tiempo”, sentencia el educador ambiental.

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