Asuntos globales

El eje París-Berlín pierde fuerza

El canciller alemán, Olaf Scholz.
photo_camera El canciller alemán, Olaf Scholz.

En medio de una verbena verbal de adjetivos coloristas, el 22 de enero de 1963, el presidente francés Charles De Gaulle y el canciller de Alemania, Konrad Adenauer firmaban en el palacio parisino del Elíseo un entusiasta tratado de amistad que ponía fin a las confrontaciones de la Segunda Guerra mundial y sellaba la amistad, la cooperación y el apoyo hacia la Europa del futuro. Este eje de amistad y confianza sirvió de eje sobre el que giraron los aires helados de la guerra fría y después la configuración de los distintos procesos hasta el estado actual de la Unión Europea.

Ahora, sesenta años después, los actuales dirigentes, Emmanuel Macron por Francia y Olaf Scholz por Alemania, después de aplazar dos veces la cita, al fin se han reunido con gran pompa y solemnidad en París el pasado domingo 22 de febrero, para renovar el lejano acuerdo e impulsar la unidad de Europa en una hora en la que Rusia ha instalado una guerra cruel y despiadada en la geografía continental. La reunión se desarrolló en una nube de discursos cargados de lirismo, repletos de bellas imágenes y, sin duda, llenos de buenas intenciones, pero lejanos de los llameantes problemas que abrasan estos momentos y ponen a prueba la capacidad bélica de la Unión europea frente a la agresividad de Rusia.

En las declaraciones ante los periodistas dejaron entrever una relativa impotencia estratégica, es cierto que tanto Francia como Alemania afirmaron que apoyarían a Ucrania “tanto como sea necesario”, pero en la conferencia de prensa que tuvo lugar en la centenaria universidad de la Sorbona, los dos mandatarios se mostraron evasivos en lo relativo a facilitar carros de combate a Ucrania. La voz del presidente Zelenski grita día y noche reclamando esos tanques, considera que son el medio necesario para frenar a los rusos y avanzar en la reconquista de los territorios ocupados. “Nada está excluido”, respondía el presidente Macron cuando le preguntaban si enviaría a Kiev los tanques Leclerc, después ponía tres condiciones: la primera, que no supusiera una escalada en la confrontación con Rusia; la segunda, que pudiera aportar una ayuda real y eficaz a los amigos ucranianos; y la tercera, que no debilitara las capacidades de defensa de Francia.

A su lado el canciller Scholz se mostraba todavía más prudente cuando le preguntaban si Berlín consideraba enviar los eficaces tanques Leopard 2 a Ucrania. Después de tomar aire respondía: “Desde el comienzo de la guerra no hemos dejado de aumentar el envío de armas y siempre hemos coordinado nuestras decisiones en colaboración con nuestros aliados.”

Estas dudas hamletianas fueron las que los dos mandatarios mantuvieron frente a los periodistas, pero en los pasillos y despachos los análisis de la realidad y los puntos de vista debieron ser muy diferentes por lo que estamos viendo ahora. Repitieron el viejo estribillo de que “la locomotora política, económica e incluso militar de Europa volviera a ser el eje franco-alemán, a pesar de las difíciles circunstancias que lo rodean”, repetía Scholz y Macron añadía: “Está claro que Alemania y Francia nos encontramos en el camino definitivo de la reconciliación y por eso debemos apostar por una nueva refundación de Europa, una Europa más soberana, más democrática y más solidaria.

Hay señales de que hablaron de otras muchas cosas en relación con la guerra de Ucrania, de lo contrario no se explicarían las declaraciones de la ministra de Asuntos exteriores de Alemania, Annabela Baerbock, a una emisora francesa en donde afirmó: “Si otros países como Polonia nos piden enviar los tanque Leopard 2 a Ucrania, nosotros no nos opondremos.”

Después de las titubeantes declaraciones sobre el envío de tanques a Ucrania en la cumbre francoalemana de Paris, el discurso de Scholz ha cambiado radicalmente dos días después, tal vez presionado por los Estados Unidos, el Reino Unido y de sus aliados Verdes y Liberales. Por cierto. Annabella Baerbock, pertenece al partido de los Verdes.

En los últimos días, los movimientos y las presiones provenientes de los cuatro puntos cardinales para enviar tanques a Ucrania fueron de una eléctrica intensidad. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se trasladó a Berlín para comunicar al gobierno alemán la decisión de los aliados europeos de enviar tanques a Kiev. La voz de Zelenski no había clamado en el desierto, la habían oído en todas las cancillerías pidiendo desesperadamente tanques a Occidente. Esa presión era la que esperaba Scholz para decirse, sin temor a la reacción rusa, a enviar los Leopard 2 a Ucrania y a autorizar a otros países que también los envíen. Scholz abandonó todas las cautelas para tomar está nueva determinación. Un giro de 180 que también ha dado Joe Biden al aceptar ahora enviar los tanques M-1 Abrams a Ucrania después de varios meses de resistencia. Los dos necesitaban esta sincronía para que sus determinaciones no provocaran las descabelladas iras de Rusia. La prudencia de Scholz se basaba en el temor a una reacción de Putin.

¿Cuáles fueron los motivos para un cambio tan rápido en tantos países? Parece que los servicios de información norteamericanos detectaron que los rusos estan preparando una gran ofensiva para la primavera y que los ucranianos se habían estancado por falta del armamento adecuando en sus avances del pasado verano. En estas circunstancias los medios de inteligencia creían que los soldados ucranianos tenían muy baja la moral de combate. Ante esta tumultuosa ayuda la moral de victoria ha renacido en el pueblo ucraniano. No cabe duda de que la medida es un duro mensaje para Rusia que considera que el envío de tanques es un salto cualitativo en la escalada del conflicto, ya que se trata de armas calificadas de ofensivas. Calificar un arma de ofensiva o defensiva es una discusión bizantina parecida a la del sexo de los ángeles. Todas las armas, desde un cuchillo a una pistola, son defensivas y ofensivas a la vez.

Los Leopard alemanes son unos tanques muy versátiles, de relativo fácil manejo y con gran capacidad de fuego. Pueden estar en dos o tres meses operativos en el campo de batalla y tienen un relativo bajo consumo al contrario de los Abrams norteamericanos que son muy caros y complejos de mantener y manejar. Los tanques van a ser básicos en esta guerra, esencialmente terrestre. El gobierno español también se ha apuntado al envió de tanques Leopard dentro de las coordenadas de los países de la OTAN. Considera que es la única forma de frenar los ataques de Rusia a las estructuras civiles de Ucrania. El partido de Unidas Podemos se ha mostrado contrario a los envíos de tanques, deben pensar que la guerra se hace con amapolas. En este caso la realidad tiene el rostro de la tragedia.

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